El proyecto para la tramitación de la ley Celaá ha pasado el primer examen. No ha sido ninguna sorpresa y deja en mano de las Comunidades, con dos lenguas cooficiales, decidir el tiempo que se dedica al castellano. Una apuesta por la Escuela pública y el arrinconamiento de los Concertados, para que el proceso de secularización siga avanzando, una asignatura de valores cívicos y éticos, son sus retos.
Se puede entender que haya mucha gente que no sea creyente, bien por convencimiento, dejadez o falta de atractivos de la Iglesia que resiste al avance de los tiempos, pero el bies ideológico de la izquierda más radical, que está en el poder, no busca objetividad sino introducir su pensamiento y concepción de la sociedad desde los primeros años. El gota a gota que es capaz de moldear hasta las rocas. Ese es su propósito, ni más ni menos.
Todo les va saliendo a pedir de boca, a cada bamboleo, que pueda desplazar el sillón presidencial, Sánchez, contempla a su socio de gobierno y confluencias, con fervor y arropo de padre, no exento de regañinas, cuya finalidad es mejorar las actitudes de todos. Tanto es así, que a Felipe González le han abierto la puerta de salida del partido socialista, es más, hay quienes están apostados en las jambas hasta cerciorarse de que el ex presidente ha cruzado el umbral. Ya bastante se mueven las aguas cómo para permitir que un socialista de prestigio internacional, les enmiende la plana a la vez que los caricaturiza. Mientras la derecha se enzarza en discusiones de las que nada positivo va a extraer.
Y la ciudadanía asistimos, medio atontolinados, a ver en qué queda este embrollo. La realidad es que España lleva un proceso de secularización a pasos agigantados ¿Qué quedará, a pocos años vista, de las más de trescientas primeras comuniones que, al día de hoy, tiene Antequera? Vestidos, zapatos, adornos, flores, tarjetas, regalos, restaurantes, viajes, sinfín de cosas que hemos hecho necesarias para un día especial. Esperar a ver lo que las catequesis de cívicos y éticos darán de sí.