Hoy nos cruzamos con Virginia por los pasillos de la residencia. Empuja una silla de ruedas de una sonriente residente porque, aprovechando el buen tiempo, se dispone a pasear a “su abuelilla”.
Virginia es voluntaria de la Residencia de San Juan de Dios, y nunca falla. Todos los lunes a las 11,30 horas de la mañana más soleada o de la más lluviosa aparece por la puerta. Es más, algunos residentes la esperan haciendo cola para recibirla.
Le pregunto a Virginia qué le motiva a venir. Con lo atareada que siempre está podría dedicar ese tiempo a organizar su casa o a preparar cosas del trabajo. “Son ellos los que motivan. Me dan más de lo que puedo darle en este ratito. Con solo subir las escaleras de la entrada y ver sus caras, ya merece la pena venir. Lo que para mí es una mañana libre, para ellos significa dibujar una sonrisa en la cara, ver que se les escucha, que se preocupan por ellos”. En la residencia tienen el cuidado asistencial inmejorable, están mejor que si estuvieran en su casa, pero la labor del voluntariado es imprescindible.
Virginia cuenta que no le cuesta trabajo romper la inercia del día a día para mejorar, en lo posible, el día a día de otros que, en muchos casos, no tienen familia y “me tratan con la misma ternura con la que tratarían a su hija”, explica con emoción en los ojos.
Es su experiencia de voluntariado en la Residencia San Juan de Dios de Antequera. Como ella, la Orden Hospitalaria tiene más de 9.000 voluntarios en España, voluntarios necesarios en la Orden de San Juan de Dios, personas con ganas de hacer felices a otras personas donando parte de su tiempo.
Si quieres unirte, #estumomento. Más información en www.estummomento.org