viernes 29 marzo 2024
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Fantástico

Todo un espectáculo ofreció RAPHAEL en su primera noche en Málaga. El coqueto y recogido Teatro Cervantes acogió a un público fiel y enfervorecido por esas canciones de siempre y de ahora. Mucho artista queda, y quizás más completo, maduro que en épocas pasadas, su lucha por sobrevivir le ha hecho más reflexivo, íntimo y capaz de emocionar y levantar a todo el aforo, entusiasta y volcado durante más de dos horas y media ininterrumpidamente.

Se dio por completo, con micro y sin micro, con acompañamiento musical y solo, con Carlos Gardel a través de una grabación radiofónica, con pantallas de vídeo y arropado por sus músicos. Supo a poco, se le pedía una y otra más y él, complacido seguía embrujando la noche. Hizo sus piruetas de baile, con más acierto que sus primeros pases demasiados posturitas, y demostró que es el mejor, el número uno, y que su voz sigue enamorando a todos los públicos. Hubo asistentes de todas las edades que tarareaban las canciones con verdadero delirio.

 

Disfruté a tope, me sentí como pez en el agua, feliz y recordando de manera fugaz casi toda mi vida. Yo conocí las canciones de Raphael en mis primeros bailes, en las ferias, Navidad y en casa, con un antiguo tocadiscos que compartía con mis hermanos, cuando nos lo dejaba libre mi padre, muy aficionado a la música clásica y las zarzuelas.

La voz, ciertamente bien educada, profunda, clara, fuerte y vibrante, no es casualidad que sobresalga de todos los artistas de su época, es un don, una cualidad excelente que sabe aprovechar y se divierte por ello. Se le veía eufórico, bastante ágil moviéndose en un escenario con unos efectos de lujo, minucioso y tratado todo con sumo esmero, poco espacio al azar. Volvería a asistir con la misma emoción que lo hice el pasado miércoles.

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