El 8 de diciembre, del presente año se cumplieron los 160 años de la promulgación del dogma de fe de la Inmaculada Concepción y creo que para tal ocasión merece la pena detenerse y hacer una reflexión exhaustiva del por qué, es tan importante ese dogma y sobre todo la celebración del mismo, que por otra parte bien merece la pena unir otra celebración no menos importante y además clave en la proclamación de dicha celebración.
Desde hace muchísimos siglos, la Iglesia venía ya creyendo en la (maternidad virginal de la Santísima Virgen), madre de Cristo y esposa del Carpintero José de Nazaret, que al igual que María, demostró su capacidad de obediencia, abnegación y sobre todo, creencia en el Padre Eterno para admitir dichos desposorios y concepción Espiritual de María su esposa; es más, la Iglesia creía y cree en la virginidad de la Virgen incluso después del parto.
Tal creencia llevó a la Iglesia a proclamar su fiesta desde 1644 e incluso permitir que los sacerdotes, en la recién creada Feria Litúrgica en el Concilio de Trento, usaran durante esa festividad ornamentaciones de color celeste en honor y gloria de la Virgen. ( Sin haberse proclamado aún el Dogma de Fe).
Ellas albergan en su interior una gran capacidad de amar como jamás el hombre lo haya hecho, pero no sólo es el amor sino la inteligencia y la capacidad de ser algo más que simples amas de casa o madres abnegadas, tiene también la capacidad de dirigir, familias, empresas, países, administrar justicia…
No queremos darnos cuenta de todo esto y a pesar de todo las matamos indiscriminadamente, porque huyen del maltrato del hombre, de su venta como si de un mueble se tratase, de su desprecio dejando vendan su cuerpo al mejor postor para solamente el disfrute carnal.
Creo, que por todas estas razones, que a mi juicio son de peso, deberíamos de abandonar la festividad de los grandes almacenes y celebrar el auténtico día de la Madre, el día 8 de diciembre, día de la Inmaculada Concepción, no hace falta el collar o la sortija, o el bolso, o el abrigo de piel, sólo hace falta acercarnos a ella pedir perdón por los malos tratos y ratos y besarla con tal fuerza que sus entrañas se estremezcan, como aquel día en que fueron fecundadas y su cuerpo así como su metabolismo cambió radicalmente envolviendo de amor y entrega al óvulo y espermatozoide unidos para dar vida a otra vida.
Ésa creo a mi juicio, repito es la unión de mi otra celebración, los superfluo insisto no hace falta, las grandezas son unos simples dulces o algo hecho con el corazón de hijos el rato de estar viviendo con ella su intimidad, es suficiente para estar con ella hasta sus últimos días.