La fiebre amarilla es una enfermedad infecciosa conocida desde la antigüedad producida por un virus de la familia Flaviviridae. Aun hoy en día esta enfermedad prevalece en zonas de África y de Sudamérica principalmente.
Como ocurre con otras muchas enfermedades infecciosas, la fiebre amarilla se trasmite por la picadura de un mosquito, es este caso del género Aedes. De esta manera, el mosquito infectado con el virus de la fiebre amarilla actúa como vector propagando la enfermedad. Los síntomas aparecen alrededor del quinto día tras la infección e incluyen fiebre, ictericia (por esto se llama fiebre amarilla), cefaleas, vómitos, dolor muscular y en casos más graves pueden producirse delirios, convulsiones y trastornos hemorrágicos. En ocasiones esta patología puede producir complicaciones muy graves como una insuficiencia renal o hepática, coma e incluso la muerte.
El diagnóstico en zonas endémicas habitualmente se establece por la sintomatología aunque puede confirmarse con un análisis de sangre. Todavía la fiebre amarilla continua sin tratamiento específico en la actualidad, el objetivo del tratamiento es tratar los síntomas pero en ningún caso actúa sobre este virus. La gran ventaja que presenta esta enfermedad reside en la vacuna que existe y es muy efectiva.
Si va viajar a países donde existe fiebre amarilla no dude en vacunarse y en llevarse un buen protector antimosquitos.
Por último, ya queda menos para ese merecido descanso anual, quizás navegar podría ser una buena opción.