Hubo veces en que a modo de chanza, habíales contado yo acerca del deporte rey, en alusión al deporte de alcoba. Pero hoy sí les quiero dejar en verdad, algo de escritura acerca del deporte rey por antonomasia. Caminar. O… lo que se ha dado a llamar senderismo.
Que cada día por fortuna, los individuos que configuramos la actual sociedad estemos más motivados para realizar largas caminatas es signo de madurez y buena elección a la hora de procurarnos un poco más de salud, capacidad física y bienestar en forma de prevención para ese tiempo en que el color del pelo nos iguala todos los seres humanos.
Hablándoles de color y de caminar, el pasado domingo me apuntaba en plan familiar con los profesionales del senderismo en Antequera como lo son, Sendero Sur, para caminar unos 17 Km. entre Pujerra y Parauta, dos localidades malagueñas situadas en la Sierra Rondeña, pasando por Igualeja al pie del nacimiento del río Genal, atravesando todo un bosque de “cobre” dado el color de los abundantes montes repletos de castaños.
Caminar, fotografiar momentos inolvidables, observar tanto colorido, recoger algunas castañas unas para ir picando y otras sencillamente… a la bolsa, decidir si llevar la seta con la que tropezamos escondida entre las hojas caídas de los castaños, o dejarla por miedo a sus consecuencias.
Boletus edulis, comestible… vale, eso decían otras personas mucho más expertas en el tema que este consumidor, además con sólo ver una, ahí les quiero ver identificando con seguridad las siguientes. Porque… amanita muscaria, roja y con puntos blancos, los colores de Santa Claus, ¡ahí le dio! Digo que aquí me contaron la historia-fabula de los renos voladores. Al parecer ésta es una seta, que produce alucinaciones tomándola en la cantidad adecuada, que no sé yo… Contábanme que la comían los renos y los conductores de los carros que al parecer bebían de los orines de los renos, (¿?) les llegaban las sustancias de la amanita muscaria eliminadas en el “contenido” ingerido, produciéndoles a éstos tales alucinaciones que incluso volar les pareciese fácil y al alcance de cualquier mortal. Amanita Panterina, con forma parecida a la anterior, pero con un color más marrón. Marrón al parecer el que le alcanzaría a aquéllos incautos que se les ocurriese consumirla, a decir de los comentarios sólo se puede comer una vez. Sus efectos dejarían al candido consumidor sin apetencias ni posibilidad de ingerir mantecados ni productos navideños, morirse tiene esas cosas.
Con toda esta jerigonza, pues la verdad para mí es todo tema muy nuevo, el camino se fue haciendo un poco más ameno. En la Plaza de Igualeja, se realizaba un descanso aprovechado para reponer fuerzas: grande bocadillo de atún con tomate, tomado a modo de postre, después de haber ingerido una zanahoria cruda, plátano, alguna mandarina, naranja, nueces y terminando con más fruta…(algún mantecado también se coló) reanudábamos el camino pues aún nos quedaban unos kilómetros y más pendientes a superar.
Terminaron pesando las piernas, pero no sería yo quien manifestase queja alguna, en viendo a los pequeños de escasamente ocho, diez años a lo sumo, terminar el recorrido con más entereza que muchos mayores. Mi felicitación a los Padres que con tanto cariño, aplomo y paciencia les están inculcando el amor a la Naturaleza. Y cómo no felicitar también a Sendero Sur, por su profesionalidad y dedicación encaminada al disfrute de sus clientes.
