La fructosa es un azúcar natural que está presente en la fruta, las verduras y también está presente en la miel. La fructosa realmente es un carbohidrato que tiene la misma composición química que la glucosa, pero presenta diferente estructura. Por otro lado, la fructosa también se obtiene en la degradación de la sacarosa, que es el azúcar común. Por este motivo el azúcar de mesa también es una fuente, en este caso indirecta, de fructosa.
La fructosemia es una enfermedad hereditaria, estas personas carecen de una enzima llamada aldolasa B, esta encima metaboliza la fructosa. De esta manera, una persona afectada de fructosemia no puede degradar la fructosa y la acumula en su organismo. Esta situación produce síntomas de lo mas variado: vómitos, ictericia (color amarillento de la piel), irritabilidad, hemorragias, mucho sueño e incluso convulsiones.
El problema reside en que estos síntomas no son muy específicos, se pueden confundir con síntomas de patologías que nada tienen que ver con la fructosemia e incluso con otras intolerancias alimenticias como la galactosemia. En cualquier caso, no debemos de olvidar que la industria alimentaria utiliza la fructosa como edulcorante en multitud de productos elaborados, pudiendo estar presente la fructosa en una gran variedad de alimentos. Lo mismo ocurre con la sacarosa, cada día es mas frecuente su uso como aditivo de infinidad de alimentos preparados.
El diagnóstico de esta patología es complejo, parte de la sintomatología, lógicamente utiliza estudios enzimáticos que se complementan con otras pruebas diagnósticas centradas en el hígado, el riñón y la coagulación. En la actualidad no existe tratamiento para curar la fructosemia, hoy por hoy la única solución para esta intolerancia alimenticia pasa por no ingerir fructosa ni sacarosa con la dieta. Para terminar, hoy he de reconocer la gran suerte que constituye tener cerca a personas que nos endulcen la vida día a día.