viernes 22 noviembre 2024
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Hablar con propiedad

La actualidad, que pasa por el momento por la presencia de la Covid 19 –y lo que nos queda–,  nos pone bien fácil la  tarea a todos los que somos aprendices en estas lides del columnismo. No se hace necesario contrastar la información, lo ponen en bandeja. A falta de hablar con propiedad (hecho que muchos no conocen, otros no quieren aprender y la gran mayoría no se avergüenza porque va de suyo que es donde reciben más ‘likes’) nos encontramos diariamente, bajo el calor de una mascarilla, una idiotez tras otra. 

Tal vez sea residual escuchar al consejero de Sanidad la palabra “culillo”,  pues,  si no a todos, a una gran mayoría nos recordará aquellas palabras que nuestras madres nos decían de “apura el culillo del vaso que ésta el Cola Cao muy caro”.  Sin embargo,  inadmisible son las intervenciones del señor Simón. El hecho de no haber estado formado en universidades periféricas, esas que ahora tanto proliferan y que conceden títulos por doquier, cual buena academia de barrio que se precie, me obliga a pensar que su sueldo se incrementa cada vez que habla y dice sus ya famosas frases. 

“España no va a tener más allá de un caso diagnosticado”. “Su impacto en España será marginal”. “En España habrá cientos de casos” o “las UCI van a sufrir en los próximos días” son buena prueba de cuanto decimos. Entre tanto, el panorama que se nos viene encima sigue siendo de gran incertidumbre. La inmunidad no nos va a llegar como quieren, las farmacéuticas ya empiezan a mostrar su cara de perro poniendo las vacunas al mejor postor, las posibles variantes del SARS-V2 no sabemos si, como dice Simón,  están todas controladas y lo que es peor, el personal sanitario-nuestros verdaderos héroes- están al borde del colapso  físico y psíquico. 

Un colapso que tal vez no se produce en las cárceles españolas y es ahí donde deberían estar muchos que sigue campando a sus anchas sin mascarilla: celebrando botellones, haciendo fiestas y provocando a los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado. 

Menos mal que Simón no está de director en la Unidad de Quemados del Hospital de Sevilla donde habría dicho que la joven atacada con ácido en la cara ha sufrido quemaduras del tamaño de un fósforo y no presenta gravedad.  Vergüenza debiera darles (alguien tiene que ser responsable) que el presunto autor de los hechos estuviera en busca y captura como tantos otros y haya destrozado la vida de una familia. Para el señor Simón, un caso marginal.

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