Me hubiera sorprendido un arco iris en la noche o la ausencia de las palabras nunca dichas, pero esto no sucedió. En el inquieto amanecer de un día de esta semana en el que los albañiles y pintores, que están remodelando la fachada de mi casa de Málaga, me despertaron con canciones aflamencadas y rotundos golpes, colgados por cierto, de andamios imposibles, ¡que vértigo! Me dispuse a iniciar mi marcha diaria un poco más temprano de lo acostumbrado debido a esta alarma repentina y natural acompañada por vuelos de palomas huidas ante tamaña algarabía.
Era más de día que otros días. Cogí la lista de la compra y corrí escaleras abajo con jovial espíritu. Hoy andaría algún kilómetro más, se lo había ganado al tiempo, no hay mal que por bien no venga. Mi equipaje es ligero, una mochila, el botellín de agua, algunos clinex, porque en primavera la alergia no perdona, las llaves de casa y un monedero pequeñito con tarjetas y algo de dinero. El tráfico de la avenida se sumaba al mundanal ruido. Caía una humedad considerable. Sumaba metros, kilómetros y rizos en mi pelo. Los semáforos en rojo detenían mi marcha unos segundos. El color lo ponía el cielo, de un azul nublado sin atisbo lejano de lluvia.
Tras una hora de marcha intensa, tocaba volver a casa y pasar por el super. Cuando me disponía a pagar, mi pequeño bolso, no tenía en su interior el monedero. Removí Roma con Santiago y cual improvisado Sherlock Holmes intenté descifrar las pistas de la perdida. Nada de nada. Y ya se sabe, anular tarjetas, pedir otro DNI … La mañana se convirtió en una larga espera al teléfono y delante del ordenador.
El atardecer se volvía rojizo cuando bajé de nuevo a la calle. Antes de salir abrí el buzón por pura rutina. Había un sobre blanco sin remitente, sin señas, lo abrí sobre el mostrador del conserje. Los dos nos quedamos atónitos. Encontré todo lo que había perdido por la mañana y las lágrimas de alegría y de agradecimiento brotaron tontamente de mis ojos. Era como un cuento hecho realidad. ¡Gracias mil veces a la persona que la encontró! Es fue la tarde en que regresaron las golondrinas.