Quizá no se llegue nunca a saber si Mahsa Amini llevaba el velo en señal de protesta o descuido. Las autoridades coinciden que la arrestaron en comisaría por llevarlo mal puesto. Recibió un castigo severísimo, en ella se cebaron para decirles a las mujeres iraníes que no se atrevieran a sobrepasar, ni un solo centímetro, la línea marcada para ellas. Mahsa se dejó la vida, pero ha dejado encendida una llama que alumbra la oscuridad de las mujeres que, como ella, viven repremidas y subyugadas.
El hiyad es un pañuelo que sirve para cubrir desde la cabeza hasta una parte del pecho. Es utilizado por las mujeres musulmanas y tiene un arraigado valor cultural y religioso. Es de obligado cumplimiento en el país de los ayatolás. Un país que hasta finales de los años setenta, las mujeres tenían libertad de vestir como les viniera en gana. Falda corta o larga, pantalones o vestidos con escotes, seguían la moda occidental y nadie osaba decirles nada, aún cuando la semilla del integrismo y la intolerancia se fuera expandiendo como gotas de aceite que acabaron impregnando todo.
Mahsa no es una más de las heroínas que se está cobrando el fanatismo de esa república teócratica, está dando nombre a un movimiento que entre las jóvenes iraníes parece imparable. Se están exponiendo al peligro sin protección alguna, solas, casi aisladas de un mundo que se lamenta de la triste noticia, y poco más. Casos aislados, una parlamentaria europea y algunas actrices galas, se han solidarizado con la causa. Y mucho silencio, calma tensa contenida en millones mujeres que la cobardía nos impide levantar la voz, llenar las calles de protesta y decir que el mundo pertenece por igual a hombres y mujeres. La manera de vestir debe ser es elección y no imposición. Las mujeres teníamos que ser más valientes y posicionarnos donde más a gusto podamos vivir, lejos del control coactivo del hombre y de la manipulación de otras mujeres que en su lucha por la igualdad lo único que pretenden, aparte de notoriedad, vivir en una sociedad que solo se mire en su ombligo.
Mahsa es un ejemplo de vida y esperanza para sus compatriotas. Su valor nos transmite una profunda reflexión a las mujeres que vivimos en una parte del mundo donde existe el respeto a la libertad. No caemos en la cuenta hasta que las sinrazones, como la muerte de Mahsa, se cuelan en nuestras casas a través de la televisión. Mahsa es un modelo de coraje para todas las mujeres.