Debemos entender la hipocondría como la actitud que determinadas personas adoptan frente a la enfermedad. El hipocondríaco cree que sufre una enfermedad que en realidad no tiene, normalmente piensa que es una patología grave. Estas personas en parte son conscientes de que sus sospechas normalmente son infundadas e irracionales, pero no pueden cambiar su forma de pensar.
Lo verdaderamente característico del hipocondríaco es que sus preocupaciones nunca cesan, aunque visite al médico periódicamente y con el tiempo nunca enferme. En la actualidad se desconoce porque se produce la hipocondría, quizá resida en lo más profundo de la idiosincrasia de cada persona. En parte la hipocondría se ha relacionado tradicionalmente con estados depresivos e incluso paranoicos. Sí es cierto que es más habitual en miembros de una misma familia. Puede que en un principio surja como respuesta al miedo que muchas personas sienten al pensar que pueden enfermar y morir. A esto se le suma una angustia irracional y un negativismo que puede llevar a comportamientos alejados de toda realidad. Así por ejemplo, una simple tos o un lunar sin importancia pueden hacer creer que son síntomas claros de cáncer.
Debemos recordar al hipocondríaco como una persona preocupada, incluso agobiada, continuamente analizándose en busca de algún signo o síntoma de enfermedad grave. Es incapaz de controlar estos pensamientos negativos hacia su salud. Aunque no lo parezca, esta situación puede afectar a la vida del individuo a nivel personal, social o incluso laboral. Realmente la hipocondría no tiene tratamiento farmacológico específico. Se utilizan ansiolíticos y también es muy recomendable la terapia psicológica. Y hablando de psicología, desde estas líneas quiero saludar a esa guapa psicóloga navegante.