Ayer les cantaba a los chavales de un encuentro «Cantares» de Machado y mientras lo hacía veía sus caras de sorpresa al comprobar que además de ser profe y escritora, canto.
Y mientras los versos salían caminando por un camino de dudoso regreso, yo disfrutaba no obstante de ellos.
Cuando regresaba a Málaga, canturreaba la copla:¡Ay pena, penita, pena!
Me sentía feliz, pues el encuentro había sido muy gratificante. Mi garganta, a pesar del frío reinante está en forma y la autovía reflejaba un tímido sol rayando de verde los campos cercanos.
Y de pronto caí en la cuenta: ¡¡Lo que pasa en España es más grave, mucho más importante de lo que parece!! Se acabó la copla que no la pena.
Hay que profundizar, pues si esto es lo que ha salido a la luz, esmerándose en que no saliera, ¿qué habrá oculto?
Parece un trabalenguas, desgraciadamente no lo es.
«Erase de un marinero…
¿Qué ha dimitido Mato? ¡Ah no!, ha sido Arturo Fernández el segundo de la patronal. Pero con un despacho tan inmenso no se puede dejar el puesto hombre. Vaya, me tranquilizo, sólo se marcha para meditar sobre la vida, eso ha comentado a pie de calle y micrófono.
En cuanto a Mato, sólo ver la sonrisa del ex marido, ya es motivo de reflexión. Por aquí podría empezar Fernández, es sólo una sugerencia.
Ahora bien, ¿cómo hemos llegado al borde del abismo unos, mientras otros vuelan por encima del mismo tan campantes? ¿Transparencia u opacidad? Pues esto según convenga, oigan.
«Golpe a golpe, verso a verso»…
Necesitamos sangre nueva, oxígeno en pulmones y mentes. ¡Pues buenos están los contenedores de basura de esta democracia española!