A la puerta de un gran súper que frecuento, hay sentado un hombrecillo encogido, de piel cetrina y encogida por el tiempo, por las penalidades, por la vida.
Vende chumbos. Le he comprado lo que él me dice que es «pa un kilo bien despachao» le cuento que desde pequeña no los pruebo y que me hace mucha ilusión. «Mañana vengo otra vez».
Él seguirá arrugado, acuclillado junto al cajoncillo de chumbos, sin esperar mi regreso, la vida le ha dejado desesperanza y tal vez no le ha dejado ver un atisbo de ilusión. Observo y pienso ¿qué vida tendrá éste ser humano?
De repente me veo ante los titulares de los periódicos en el kiosco de la esquina, el protagonista: Cristiano, Ronaldo, el pobre dice que los la afición debe gastar su energías en motivarlos en vez de silbarles. Este chico tiene mucha cara, un fuerte y marcado individualismo, un súper ego XXL y dinero, muuuucho dinero.
Contrastes de la vida. Sigo observando. Carteles de la huelga general. Los sindicatos llevan muchos años durmiendo la mona, se está muy cómodo en el sillón esperando que todo caiga por su propio peso.
Otros, sin nada mejor que hacer, aparte de coleccionar ramas de fuego, quieren quemar coranes. Falta de cultura general, diría yo.
Pederastia, palabra espantosa, ¿no creen? Si sólo fueran palabras.
Así que mientras unos entierran a sus muertos en guerras, accidentes, inundaciones, incendios o hambre, otros descerebrados, se tiran de un balcón a otro para demostrar que es el más chulo, el más valiente o el más gallito, eso sí, lleno de drogas y alcohol.
Cerebro lúcido, creo que habrá, aún después de los intensos calores del verano.
Por cierto, estoy a favor de un soho aquí en Málaga; durante el periodo de incubación de este proyecto, seguiré buscando un queso nuevo. Si no cambias, dicen los sabios, te puedes extinguir.
En los entreactos, comeré, rezaré y amaré.