domingo 24 noviembre 2024
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¿Para qué tanta burla?

Días pasados la Sexta se cebó y de qué manera con varios ministros que habían acudido a las procesiones. La arremetida comenzó por la recurrente frase de ser un Estado aconfesional. Aquí hay democracia para todos y cada uno hace lo mejor que le viene en gana; y la Semana Santa tiene un arraigo cultural, religioso, y para muchos también de fe que manifestarla en público no tiene que hacer daño a nadie. 
 
El traslado del Cristo de Mena, que como todo sabemos no es de Mena, sino de Palma Burgos, hijo de nuestro paisano, congrega a multitud de seguidores en los aledaños de la parroquia de Santo Domingo. Este año las cámaras de TVE, exclusivamente, han permitido grabar las imágenes del interior del templo donde el Cristo yacente,  sufriendo su martirio, espera la acogida y bondad del género humano. 
 
Sabe que su sacrificio no ha sido inútil y necesita dejarse querer. Es emocionante contemplar cómo esos legionarios escogidos levantan el cuerpo de Cristo hecho dolor y amor y con una parsimonia cargada de enternecimiento hacia el crucificado, lo van sacando de su sede para depositarlo en el trono procesional. El silencio es roto por la canción legionaria. A la que se sumaron muchas personas anónimas y también autoridades, entre ellas varios ministros. 
 
La Sexta, el Intermedio concretamente, ridiculiza todo lo que no le parece bien, le molesta o se ve con mucha autoridad para influir en los ciudadanos sobre comportamientos ajenos. No tiene recursos o categoría para ridiculizar lo suyo, y lo ajeno lo ningunea hasta tal extremo  de cambiar en los labios de los ministros otra música y letra esperpéntica para mostrarlos a la opinión pública un poco mezquinos.

Los presentadores del programa se curan en salud diciendo que otras religiones tendrían que tener el mismo espacio o trato en nuestro país. Seguro que si de ellos dependiera no habría ninguna. El Estado democrático permite todas, otra cosas es que en la práctica muchas de ellas quieran estar semiescondidas solo para sus acólitos. Y ven con mucho recelo si alguien se acerca a sus cultos. 
 
Por suerte, los católicos tenemos las puertas abiertas de nuestras iglesias, la de nuestros corazones para recibir a Jesucristo y la Semana Santa vivirá para despertar en cada uno la emoción que cada cual desea. Y los ministros son personas como las demás que han vivido su fe desde pequeños. 
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