Lo ocurrido recientemente en la Plaza de San Francisco sirve para ejemplificar la naturaleza de las decisiones que, en el campo del urbanismo patrimonial, los arquitectos debemos tomar.
El cedro de la mal llamada plaza “del pino” se encontraba en condiciones que suponían un riesgo y, acertadamente, se ha procedido a su eliminación, creando un escenario en el que se pueden seguir tres líneas: actuar según la memoria, la historia o la oportunidad.
La actuación basada en la memoria sería la de restituir un árbol, frondoso y con porte, que no disturbara lo que en mente tenemos de esta plaza. No es que ofrezca una sombra considerable ni que la plaza –algo destartalada– mejore en modo alguno, pero es la solución más sencilla (económica y políticamente) y será una versión de ella, según nuestra memoria, mejorada.
Una actuación basada en la historia nos haría recordar tiempos en los que esta plaza gozaba de mucha más dignidad patrimonial como, por cierto, merece. La fuente ahora en San Sebastián –por José María Fernández atribuida a Pedro Machuca– anduvo y capitaneó, también, este espacio.
Por ello, un guiño histórico, si la dirección de nuestra ciudad fuese hacia lo patrimonial, sería un indudable acierto, como colocar una fuente o elemento histórico centralizador.
Por último, la oportunidad: también podría ser el momento de remodelar completamente el espacio, algo desarticulado, y mejorar rotundamente este espacio tan central de nuestra ciudad.
¿Memoria, historia u oportunidad? Este es el sempiterno debate en la mesa del arquitecto.
