Estrategias de marketing hay muchísimas, de una de ellas surge el Blue Monday. Me parece muy bien que una se vaya de compras para alegrarse el día y parece ser que tras investigaciones hechas en Reino Unido, el lunes es el día más triste de la semana. Para mí, no. El más soso es el domingo por la tarde. A lo que voy, el Blue Monday se inventó para curar la tristeza de los lunes. No sigo este camino azul porque siempre he huido de las rebajas y de apartar gente para llegar a la camiseta perfecta, de talla perfecta y color sin igual. Esto lo he hecho siempre, imagínense ahora con la ola desbocada de la pandemia llegando a cada rincón.
Así que tengo mis propias reglas de compra. Las reduzco a muy poquitas y muy estudiadas sobre tablero. Me busco un día tonto entre semana, nada de “el primer día de rebajas”. Busco unas horas raras, las llamo yo, por ejemplo entre las dos y las tres, claro a eses horas muchos negocios está cerrados, me averiguo los abiertos en centro comerciales, me persono en el que está más cerca de mi casa, Larios Centro, y si cuento una persona más de las que tengo prevista, me voy por donde he venido.
Un día a la semana o cada quince días y no siempre en el mismo sitio. Luego están las compras on-line, por supuesto.
Así que el Blue Monday yo lo convierto en el Wednesday, por ejemplo. Mi salud y la de los míos lo primero. Nada de restaurantes, ni cafeterías, cines o alfombras rojas o verdes. Nada de metro o bus. Por otro lado aunque me lo permita el Gobierno Andaluz ni cazo, ni esquío, así que una cosa menos.
Yo les pediría a nuestros dirigentes, algunas de las virtudes de guerrero samurái: justicia, respeto, coraje, honor, benevolencia, honestidad y lealtad. Casi nada y casi todo.
