La ciudadanía, nuestra ciudadanía española, nuestros compatriotas y por ende, nosotros mismos, amén de los que nos acompañan en estas fechas, estamos atravesando y soportando, altas temperaturas en lo climatológico, temperaturas que, arriba o abajo, nos han acompañado siempre en los meses del estío de nuestro país. Eso sí, hay un terreno en el que ha llovido y mucho, y a consecuencia se ha visto embarrado el lugar por donde se trabaja en ese terreno, y ese terreno no es otro que la arena política.
Una arena política que va a costar mucho trabajo volver a alisar, volver a poner apetecible para que los mejores hombres y las mejores mujeres la pisen y la honren, tal y como merece el suelo que pisamos, suelo de uno de los países más ricos del mundo.
Cada año, y hace poco nos escandalizábamos por el 5 por ciento del PIB para defensa, repito, cada año, desde que estamos en democracia, se nos va en corrupción el 8 por ciento del PIB, fluctuando entre años, porque un año han trincado más unos y otro año han trincado más otros. Imaginen la cantidad de servicios públicos que se habrían podido mejorar, ahora que RENFE ya no es lo que era. Imaginen la cantidad de obras innecesarias, inconclusas, y abandonadas se hubiesen dejado de abordar, porque ahí, en las obras públicas, en el ladrillo y sus complementos está la raíz de los bocados al erario.
Y me refería a nuestros compatriotas, al principio del texto, pues los censados en nuestra ESPAÑA, somos a los que nos toca levantarla, otra vez. Pero esta vez no es necesario pensar mucho a quien ponemos al mando, esta vez hay que cambiar de vehículo. El sistema está podrido, absolutamente podrido y eso nunca trae nada bueno, al contrario, corrompe y pudre todo lo que le rodea.
La JUSTICIA, que es el poder que puede controlar el abuso de poder, está a punto de estallar, y un país sin justicia, colapsa. Evitémoslo. ¡Gracias siempre!
