Ha visto la feria tras muchos años ausente, desde un lugar privilegiado en la Alameda que tan amablemente han cedido los hermanos Carmona y agradeciendo la colaboración de muchas entidades y particulares antequeranos que han colaborado con empeño y desinterés en que este sueño se hiciera realidad. Imposible dar nombres porque el sólo hecho de dejar alguno olvidado sería cruel y la bondad nunca debe ser excluida.
Ha sido un éxito, los voluntarios hemos trabajado codo con codo, todos a una, sin dejar aflorar complejos y esos falsos orgullos que no nos hacen ningún bien. Todos solícitos a cualquier trabajo desde el más ingrato hasta el más gratificante, cara al público y en la trastienda donde se organizaban gran parte de los platos que una diminuta cocina y unas manos expertas ponían a punto. Se ha trabajado con ilusión y nos sentimos felices por haber contribuido a este hermoso proyecto que beneficia a la Hermanitas en momentos difíciles como es la situación actual.
Estas iniciativas no deben tener fecha de caducidad, ya somos expertos en llevar a la práctica esos pliegos de condiciones que la administración exige para la apertura y que en un principio te da la idea de un temario de oposición por el volumen, aunque dentro hay demasiada paja y lo concreto se materializa en poco más de unas líneas, pero esta burocracia que tenemos no es poca cosa, así de ágiles vamos para todo.
Y mi agradecimiento de corazón para todos los que hemos convivido estos días, probablemente con distintos criterios, personalidad, maneras de entender la vida, exigencias y gustos, pero con el propósito común y firme de extender una mano a los ancianos por ser un colectivo tan vulnerable. ¿algún roce por los nervios y tensiones? Forman parte del guión y todos lo aprendimos porque nos ha permitido el trabajo altruista, desinteresado, realizado con mucha fe y alegría y dejando que la armonía actúe por su cuenta. Han sido unos días muy positivos, bastante enriquecedores y generosos. Gracias a cuantos han hecho posible sentirnos tan bien.