Y cuando la tormenta calme, hemos de marchar por los caminos correctos, siguiendo el rastro por derecho en busca de Doña Dulcinea, y veremos de ello el salvarla de malandrines, honor y causa, que ennoblece el alma limpia de este amor caballeresco, y que Dios, propiedad de nuestras almas, nos ampare y nos guíe en tal menester. Y si al tiempo, llegaremos a Puerto Lápice, y buenas viandas nos esperan, dándole de frente a esa cazuela de Duelos y Quebrantos, regados con ese buen vinilo del terruño, dándole gracias al Altísimo, para que vele y guarde nuestras armas y corazones de fe, en tal descanso y las bendiga y a nos a tal fin, mi querido Sancho.
Mi señor Don Quijote, prestas las mañanas, que los gallos despiertan el alba, y nuestros estómagos vacíos les cantan a coro. Dejemos por instantes en reposo las andanzas y que aún duerman los silencios de plenas justas, y prestémonos a dar buen fin, a destas migajas de pan duro, y más bien acompañadas de aguas que parecen turbias, a modo de pucherete, y no digo que sea festín dominguero, más bien de aplacar los rumores, si fuesen cánticos de sirenas de nuestros cuerpos. Mas luego y despacio, encaminamos nuestros pensamientos y pasos, por parajes normales, y hagámoslo frente a las justas que por ventura se nos presenten. Y, cómo no, seguir de su voz, carisma, que se me hace presa en mi incultura deste y aquel aprendizaje en el que me sea inculcado este y otro cualquier día. Recémosle al santo del día para que sean se plenos de benevolencia, nuestros pasos, sin tropiezos, dándole gracias al Altísimo por ello. Que nos dé luz sensata a vuestra Merced, y no tropecientos con Alguaciles, cuya justicia, Dios guarde, para no enredar reclamos.
Y que nos libre de fiebres quebradiza plenas de fantasmas que le despojen de sensatez a fin de no arremeter a carretas, como si fuera dragones, ni a molinos de viento, tal si fuese rufianes malandrines gigantes, y así de esta manera lleguemos pues a buen puerto y destino, y a la sazón del descanso merecido para estos maltrechas cuerpos. Fin.
Ruego a sus señorías sean benévolos en su juicio, y ruego disculpen el atrevimiento por meterme en una piel no correspondida, ya que estas páginas no están recogidas dentro del mejor libro jamás escrito en lengua Castellana, Don Quijote de la Mancha. Estas líneas son de mi tropa invención, tan sólo he pretendido enviar un pequeño recuerdo para si recordarnos que de vez en cuando debiéramos releer algún pasaje. Siempre encontraremos algo nuevo por descubrir o encontrarnos con algún mensaje, que quizá se nos pasó de largo, pero sobre todo entender que revisar nuestros clásicos es un honor y un orgullo. Pido perdón por tal atrevimiento y osadía. Dios guarde sus vidas y a mí me conduzca por parajes que estimen convenientes sus señorías.