La igualdad es una cosa seria; es la consecuencia de una lucha de mucho tiempo y en muchos lugares del mundo, para que las mujeres tengan una dignidad equiparable a la de los hombres. Nada que ver con los grupos de feministas desaforadas queriendo desbancar al varón del lugar de predominio que le ha sido otorgado a lo largo de la historia. Y mira por dónde, desde el día siete de octubre del pasado año una ley controvertida y dañina atemoriza a las mujeres que han sido violadas por sus parejas o por los abusos de fuerza y poder de un hombre.
El resultado, cuatro meses después, son los avisos de las distintas polícías del país alertando a las mujeres que estén en guardia porque sus violadores están en libertad por la maravillosa ley del sí es sí. De nada ha servido que el Presidente quiera reformarla por la vía de urgencia. Ese par de ministras que traen de cabeza al ejecutivo y por extensión a muchos millones de españoles, que no se saben con claridad hasta dónde quieren llegar, ponen todo tipo de trabas con el único objetivo que no decaiga su protagonismo. Tampoco se van a frenar las rebajas de penas de los violadores. De momento este proceso es imparable.
Este febrero ha servido también para tramitar la ley de bienestar animal. Está a un tris de ver la luz. Parece una ironía del destino que una ley la del sí es sí tan importante y vital para las mujeres se les vuelva un poco en contra, y además, siga la ministra achacando el problema a una “incorrecta aplicación”. Quizá los animales corran mejor suerte que las mujeres intimidadas. No está mal que se respete a los animales. ¿El Bienestar de las mujeres violadas quién lo repara? ¿El aviso de la autoridad comunicándoles que se quiten de en medio porque sus violadores han cumplido la pena y pueden volver a delinquir?
Y que esta barbaridad siga adelante porque una señora no es capaz de dar su brazo a torcer, es lamentable. Esta ministra encabezará la pancarta el próximo 8 de marzo reivindicando el papel de la mujer. ¿Qué le queda por decir? ¿Todavía da para infringir más daño? Es posible que su marcha sea como el despertar de una terrible pesadilla. ¡Y menos mal que es la de igualdad!