Nos hemos reunido en la playa con distancia de seguridad y sin botellón, el botellón estaba en los bares y heladerías del paseo marítimo bueno más bien en los que bebían en la calle, porque no cabían en los chiringuitos. Supongo que este es el botellón que van a prohibir.
Parecía que estuviéramos alrededor de un círculo mágico a dos metros de distancia real, recalco, y con mascarilla. Ha sido interesante ver la percepción de cada uno de nosotros sobre la situación que estamos viviendo. La más deseada es la de la aparición real también de una vacuna efectiva contra el virus. Escépticos somos.
Los niños y niñas juegan como siempre apelotonados en la orilla portando cubos, tablas, palas… No hay colegio, están de vacaciones y hasta dentro de un mes no habrá cole. ¿Lo habrá? Me refiero presencial que parece que todo está listo para volver.
Casi todo los reunidos somos profes, y coincidimos en lo dispar de los titulares de noticias, la locura colectiva de todo está bien cuando no está bien y la alegría con la que se han celebrado y se celebran la montonera de reuniones multitudinarias como si el virus fuera agua pasada.
Discrepamos de todos los titulares huecos especialmente en lo que conocemos, la enseñanza. ¡Cuánta tontería de seguridad se vende para los colegio en Septiembre! Lo que los políticos, me voy a ceñir a la Junta de Andalucía, consideran “lugar seguro”, los profesionales solo vemos dos palabras vanas. ¿Qué se está haciendo realmente, que hay programado para esta situación? , yo se los diré, nada.
¿Ustedes han visto un patio de recreo en hora punta? Clases en las que siempre hay que poner una mesa más ¿Han recorrido pasillos llenos de estudiantes de diversas edades? Ya sé no es su trabajo, pero son sus hijos y mis alumnos. Escaleras que suben agolpadas de filas de pequeños o grupos de mayores llenos de mochilas, libros…. Timbres que llaman a la entrada o salida o al comedor o a las actividades deportivas. Está todo lleno de vida. Mi deseo es que siga así ¿podremos?
El atardecer refresca la ligera brisa que ya hacía hondear los flecos de las toallas y los pareos de colores.