Aunque fuera un sólo niño de ocho años el que llegara a casa diciéndole a su madre: “En mi clase hay unos niños que ponen a la maestra hecha un demonio”, sería suficiente para salir corriendo en ayuda… ¡tanto de la pobre endemoniada, como de los gamberretes que no tardarán en quedar excluidos del Sistema!
Pero esto que pasa aquí no es una novedad. Desde que se implantó la LOGSE ha habido que admitir que un buen número de maestros/as dedican el ochenta por ciento de su tiempo a repetir como loros: “¡haced el favor de callaros!” ante un auditorio infantil que oye como el que oyera llover. Y no son lo que se dice “malos”; sólo que se toman al cole y a la maestra por el pito de un sereno… ¡y a nadie le parece un disparate!
Lo disparatado de la situación no queda ahí: esos mismos maestros/as desbordados por el parloteo de sus alumnos y lo inútil del esfuerzo, llevan veinte años reuniéndose por departamentos, coordinando sus programaciones, aplicando medidas de refuerzo individualizadas y entregando informes a una Delegación que, aún sabiendo de sobra lo que pasa en ciertas clases, lo que exige son papeles. ¡Venga burocracia! ¡Y vengan rollos absolutamente formales!
¡Y vengan pedagogos y demagogos y control ideológico y político de los planes de estudio! ¡Y venga negocio editorial en torno a la enseñanza! Con lo fácil que sería –hasta los trece o catorce años– una Enciclopedia Álvarez y mucho deporte, que aquí tiene sobrepeso hasta el gato. Y unos padres que entendieran que, en el trato con los hijos, lo cordial no está reñido con lo firme; para que, llegados éstos a clase, aceptaran que aprender es lo más normal del mundo ya que nadie nace sabiendo. Y unos maestros que temieran lo peor que les pudiera pasar: que en su clase se aburran hasta las ovejas.
Estas verdades de perogrullo: que los alumnos van a clase a aprender, que los padres han de estar motivados y los maestros bien preparados, están en las cabezas de los países que van en cabeza –como la siempre citada Finlandia–. Pero aquí seguimos con el rollo de que el fracaso de todos los Planes tiene que ver con los presupuestos. Mentira.