A los andaluces, como casi siempre, se les quedan a medias sus deseos por cumplir. Unas veces, la mayoría, hacemos culpables a las administraciones que no saben poner toda la carne en el asador ni se esfuerzan por conseguir mejores resultados. Y otras, a la mala suerte de la que nos creemos víctimas, la casualidad o al reloj de Canal Sur que deja mucho que desear. Los dos, el reloj, por no cumplir y Canal Sur porque no se sabe dirigir en la austeridad. Así que muchos andaluces, con las uvas a medio tomar recibieron el año entre cabreos, vítores, seriedad y chistes, lo que el carácter de cada cual da y ahí andamos muy bien de recursos.
No creo en la brujería ni en sabiondos adelantados que predicen un futuro. Pero la entrada del nuevo año parecía augurar lo que ha venido después. Hasta ahora no hace el quince honor a su nombre de niña bonita. El mundo está cada día más convulsionado y se vive acumulando un miedo tras otro.
Por más veces que repita el señor Guindos que estamos mejorando y que todos los indicadores lo aseguran, hay mucha gente pasándolo muy mal, y lo peor, con pocas fuerzas para luchar con una situación tan dura y adversa que le supera. Pero no hay alternativas; en todos los programas electorales hay una parte ilusionante y soñadora que no se cumple, y curiosamente es la que nos empuja al voto.
No tardaremos mucho en ver en nuestros gobernantes las caras de fingimiento, la sonrisa de la profesión, hierática y fría, pero contenida y bien estudiada. Y aunque todos despiertan recelos, mayo está a la vuelta de la esquina, poco tiempo para ganarnos.
El panorama internacional, supera todas nuestra expectativas en desvelos e inquietudes. El venezolano Maduro está verde, su petróleo pierde fuelle y su población sufre más de lo necesario que no era poco. Putín se está poniendo ojerizo de ver cómo sus recursos caen. A Obama el senado se le ha vuelto enemigo y París no arde, está recibiendo muertes y tiros. Sólo queda Merkel para frenar a Grecia que no aumente los problemas.
Aún así, queda alegría y brindamos por ese sueño, que probablemente no se va a cumplir pero que nos llena de felicidad tenerlo.