Haciendo uso de las mismas palabras que hace algunas décadas cantaba Camilo Sesto, “Ya no puedo más”, Carlos Mazón dimitía en medio de impresionantes críticas a la gestión de la Dana que dejó la friolera de 229 fallecidos.
El presidente valenciano estaba en el centro de la polémica por las inundaciones que dieron la vuelta al mundo y que por inesperadas que fuesen, una buena gestión hubiese reducido el número de víctimas. Sin embargo, una vez más, los responsables políticos se estuvieron escudando en la falta de asunción de responsabilidades. Es fácil recordar como salió el presidente Sánchez de Valencia y como fueron los Reyes de España los que mantuvieron el tipo. Ahora, un año después, el presidente junto a los Reyes recibió en privado a familiares de los fallecidos a los que trataban de consolar lo inconsolable: la destrucción de familias, hogares rotos y vidas truncadas de por vida por pésimas gestiones.
A lo largo de todo este año, Carlos Mazón ha jugado muy mal sus cartas. Sin carisma, sin autoridad, sin credibilidad y, lo que es peor, con 229 fallecidos encima de la mesa, se enfrentaba a la situación tan triste pero de tanta rabia que se vivió en un funeral laico en el que Sánchez volvía a salir victorioso.
Los términos de “asesino”, “cobarde” se quedaban en agua de borrajas para los improperios que hubiesen querido lanzar los familiares de las víctimas a Mazón. No cabe duda que eran conscientes del dolor y de la dureza de los términos, pero las irreparables pérdidas le llevaron a ello.
El CECOPI, barranco del Pollo y restaurante El Ventorro pasarán a formar parte de la lista negra de la desvergüenza de una jornada, la del 29 de octubre de 2024, en la que un presidente de una comunidad comía y tardeaba con Maribel Villaplana mientras las casas se inundaban, las cocheras se convertían en ratoneras y las calles se transformaban en ríos de muerte para una enorme población a la que se le podría haber avisado. Algunos, un año más tarde, siguen sin poder hacer uso de los ascensores.
Hartos estamos los ciudadanos de a pie de escuchar que al final la verdad sale a flote; esperemos que en esta ocasión siga algún tiempo sumergida. Las evidentes pruebas de dejadez, de descaro, de mala actuación política y de una pésima gestión de quienes tienen las riendas en la administración indignarán más aún a los familiares de las víctimas a las que les espera un duro calvario en su vida terrenal. Siempre lo he dicho, difícil asumir y resignarse con la presencia de la muerte aún siendo por muerte natural. ¡Imagínense que sus familiares se ahogan mientras otros siguen comiendo y tardeando!
Carlos Mazón, todo un parias que en sus intervenciones demuestra la nula competencia de la que goza, afirma una y otra vez que estuvo recibiendo información mientras se alargaba la comida en aquel Ventorro al que nunca debía haber acudido. Lo que queda por salir y por aparecer servirá para no calmar los ánimos e indignar más a las familias que comprobarán la ineptitud de un presidente que se ha mantenido un año en el poder cuando, desde el minuto 1 del inicio del desastre, debería haber presentado su dimisión.





