Estar en el sitio oportuno en el momento oportuno. La victoria de Juanma Moreno ha puesto de relieve que el sentido común, la coherencia y el interés de la colectividad han primado y han dado un duro golpe al populismo. La crisis del partido popular vivida hace escasos cuatro meses con el descalabro de Pablo Casado hacía suponer un vendaval en clave regional y nacional del partido. Sin embargo, la inmediata y eficaz solución a la crisis con la llegada al poder de Feijóo hacía cambiar los vientos de forma inmediata.
La gestión de los populares gallegos y andaluces, la confrontación continúa de los socialistas contra todo aquello que no sea de su agrado, el haber pactado con etarras, con separatistas, populistas y, en definitiva, haber entregado el gobierno nacional al diablo ha tenido una respuesta en las urnas más que antológica.
Hay también que pensar que nada para es para siempre y el discurso del socialismo andaluz de bajada del paro y creación de empleo y progreso no es creíble por las nuevas generaciones. En los años de gobierno socialista Andalucía aplaudió un pesebrismo brutal y vomitivo, fomentó el enchufismo con los más ineptos para convertir Andalucía en agencias de colocación de colegas(permitiendo duplicidades administrativas) y puso en puestos de responsabilidad a personas que conocían el concepto de trabajo y esfuerzo por lo que de ello habían leído en los libros de texto.
Cierto es que al Gobierno de Sánchez no le ha faltado nada: Covid 19, Filomena, incendios, volcán de Cumbre Vieja… pero la actitud demostrada por el presidente ha sido de soberbia, falta de humildad, despotismo y chulería.
El partido popular ha ganado en Andalucía y ha dado el primer golpe a la caída del sanchismo. En un mundo de tíos y tías, Juanma se ha presentado como un caballero joven, humilde, que ha sabido gestionar bien, que ha dado buena muestra de su buen hacer en política.
El resultado electoral es el fruto de miles de votos que en el caso de los populares ha traído la mayor de las derrotas a los socialistas andaluces. Desde La Moncloa no deben estar sorprendidos: el perfil de Espadas no puede ser más bajo y Adriana Lastra se sitúa a un nivel de aficionados y además sin personalidad alguna.
Ahora la victoria del partido popular debe también cerrar filas, tratar de que los enemigos de la secta llamada La Sexta no abonen el terreno para que ese animal político llamado Ayuso no provoque un incendio como el de Zamora en días pasados y se enfrente a los barones más fuertes en los que esperamos la solución a la crisis que se avecina.