Tal vez el surrealismo de Paul Eduard pudiera explicar a través de versos escritos en medio en el que las palabras que se convirtieron, a través de su pluma,en su manera de luchar. El dadaísmo fue también su punta de iceberg, su tierra de combate contra establecidas normas y entrar en la clandestinidad del momento político que vivió.
Iba recordando algunos de sus primeros poemas cuando estaba de vuelta a casa tras mi carrera matinal. Pero aquí está la sorpresa.He vuelto casi chorreando de mi deporte matutino. Se suda está claro, pero el motivo ha sido la locura, el surrealismo acuático de los aspersores repartidos a buen criterio digo yo, por los jardines de mi urbanización. Da gusto sentir el ruidillo zigzagueante de los chorros de agua que salen con intenciones de regadío. Huele temprano atierra mojada y teniendo tan cerca el mar la mezcla es extraordinaria pues las plantas y árboles se encargan también de seguir las pautas del aroma del despertar. Hoy he despertado dos veces. De repente y cuando mi app me avisaba de los kilómetros recorridos y empezaba a cogerle el gusto a la marcha, los aspersores del sendero donde me hallaba han hecho blanco en mí, mostrándome su amistad más efusiva. Por más que he corrido sorteándolosevitando el chaparrón, más empeño ponían ellos en darme una ducha al aire libre. Alguno de los jardineros que a estas horas trabajaban con la poda de los arriates,se han reído de lo lindo cuando me han visto saltar como loca yo también me reía por supuesto y ya saliendo de la zona ajardinada me he dado cuenta que estaba para volver a casa y darme una ducha como Dios manda.
Los versosde Eduard no se han mojado. Siguen intactos en su esencia. En fin, un comenzar de día de otra manera yo diría original. Será que las vacaciones se han adelantado unas fechas y me muestran el camino al desenfado y la alegría.