Los expertos anuncian que el otoño será largo y seco. Y con temperaturas más altas de lo que viene siendo habitual, arrinconando, al invierno, que pierde espacio y fuerza. Se ha hablado mucho, demasiado, de un plan hidrológico que aliviara la sequía, pero todo se ha quedado en papel, seco y añejo, que forma parte de cualquier archivo, olvidado, que tanto gusta almacenar a cualquier administración. Fanfarronear está de moda, y en estos momentos, los políticos tienen magníficas oportunidades de hacerlo, estudiados titulares, acompañados de luz de focos y ruedas de prensa, que den el resultado deseado, es suficiente para conformar, ni siquiera hay que llevar a cabo, lo prometido.
Hay un responsable que tiene la culpa de todos los bandazos políticos: el virus. Y tiene todo el poder. Pero el covid 19, con toda la virulencia y maldad, con que nos está atacando, lleva entre nosotros unos meses, y es posible admitir que las políticas encaminadas a su erradicación, resulten equivocadas por desconocimiento o choque de intereses, pero estamos todos de acuerdo en que vivimos unos tiempos desgraciados y debiéramos exigir mayor cohesión y eficacia.
La clase política se nos presenta más impulsiva que racional, aunque se estén manteniendo las formas. Los hay quienes quieren agazapar los valores democráticos, bajo frases o encabezamientos, que solo buscan divulgar vedadas advertencias o generar el aplauso estudiado y monorrítmico, como si de un concurso televisivo se tratara. Pero, a pesar de que el virus nos ocupa tanto, hay que mantener la vista un poco mas allá, para que proyectos, que pueden ser viables y útiles, que puedan beneficiar a nuestra comarca, no se duerman en el olvido al cabo de mil veces anunciados, doscientas reuniones y unas elevadas esperanzas en la ciudadanía.
Va siendo hora de que no se vanaglorien los políticos por anunciar. El aplauso, solo y exclusivamente, cuando acaba la obra y baja el telón.
