Y ahora, ¿qué verdad es la verdadera? Ahora juntos de nuevo ahora separados, vamos que se pueden ni ver, estoy hablando de actores, presentadoras u otros elementos del ramo. Me acordé enseguida de Rocío, una chica dependienta de grandes almacenes cuyo puesto de vigía está instalado en el departamento de prensa, librería, papelería…
Si te olvidas de ella por un momento y te alejas de allí transportado por un camino recto, aterrizas en directo en al departamento de jardinería, si se os ocurre girar a la izquierda os toparéis con lavadoras de carga frontal o superior como enorme cíclopes en blanco nuclear o gris acerado, luego llegarán las tostadoras o las televisiones a toda pantalla y color, claro que si hay suerte y tu GPS no te miente, atravesarás sin incidentes el pasillo de los secadores y planchas del pelo, que los percibo menos agresivos y más de mi tamaño.
Bien, ¿y si te decantas por la derecha? A amigos míos la cosa se vuelve muy fría, helada, aviso te estampas contra las congeladores. Arcones inmensos que guardan a buen recaudo sus productos. Frías tortillas, heladas gambas, congelados salmones o solomillos. Todos con una pátina indiferente, impávida que te devuelve un suspiro insensible a la vida.
Bueno pues esta chica, Rocío, me comenta cuando ojeaba prensa del corazón: ¿ha visto usted algo que le guste? Sí, me llevo esta, le respondo, y se la enseño para que me la cobre. “¡Ah!, ¿se la lleva en inglés? Bueno las penas de esta gentes lo mismo da leerlas en otro idioma. Sonríe ella, total esta gente y señala la portada llena de parejas que se casan o se divorcian, parece que no sufren las penas como mucho les duran una semana, comenta la chica. A lo que yo replico: Rocío es que son de papel cuché. Nos reímos. Me marcho directa al pasillo exterior, el de la calle, el de la gente real, la luz y el sol caliente.