El de Susana Díaz se debate entre la alegría y la incertidumbre. Ha conseguido distanciarse en el primer peldaño, pero no las tiene todas consigo. A Griñán le pesa el cargo más de lo humanamente soportable, y el adelanto de las elecciones merodea por Sevilla buscando una fecha cercana para su convocatoria. Se está haciendo muy cuesta arriba este país, y parece que todo anda impregnado de mal ambiente y situaciones comprometidas entre la clase política. Lo han buscando con sus artes llenas de engaño y oscuridad. No sólo se han adueñado de los votos, también de los votantes, ignorando toda lealtad posible hacia ellos. ¡Menos mal que Almunia es del PSOE!, de otro modo buscarían todos los peperos billetes clandestinos para ocupar las pateras que nadan a la deriva del desconcierto y la incredulidad.
Andamos por un terreno fangoso que nos ralentizan tanto que apenas podemos ofrecer poco más que una pasividad absoluta, y una cara de asombro que enarca la ceja hasta la raíz de la cabellera para preguntarnos ¿Qué más nos queda por saber?
Pero mientras esto ocurre entre los gordos como dirían en mi pueblo, hay mucha gente trabajando con honestidad y buen hacer, que demuestran día a día que están en política porque entienden que es un valor muy positivo, luchan por el bien común, aún a costa de no ser reconocidos ni siquiera estimados.
Toda esta gente, que probablemente no alcance ni acumule mucho poder, pero se desvive en la sombra por mejorar una insignificancia, se merece nuestro respeto y apoyo. Sin colores ni equipos cerrados, con una buena disposición para juntar fuerzas, mezclándose con sus vecinos, oyendo sus problemas y tratando de buscar soluciones, aflorarán las sonrisas a sus rostros que hablarán en el silencio para decir sencillamente que hacen lo que deben hacer.