Son dos ingredientes casi imprescindibles para ser felices hoy día. Al menos así nos lo vende la sociedad en la que estamos inmersos. Y para conseguir ser libre habrán de necesitar… Y para su total comodidad es imprescindible contar con… Y… no lo duden de no ser así, será como si algo les faltase, será poco menos que imposible que puedan alcanzar ese maravilloso estado llamado felicidad.
Libertad y comodidad, de entrada son incompatibles. No podemos tener las dos cosas; es como si fuesen dos palabras antónimas. Por tanto para acercarlas, para hacerlas compatibles, habremos de aderezarlas con algún complemento, emulsionándolas de tal manera que consigamos la mejor masa. El respeto, la tolerancia, comprensión, empatía y unas pizcas de paciencia nos pueden venir bien a la hora de ir adentrándole al gazpacho.
El ser humano a lo largo de la historia ni ha podido, ni podrá ser, totalmente libre nunca. Ello lo es, porque estamos condenados para el logro de nuestra supervivencia, a vivir en grupo. Nuestra libertad se verá cercenada al más mínimo roce con la libertad de otro individuo, y esto es inevitable en conviviendo tan sólo con nuestra pareja. Por tanto, primer escollo a solventar y… olvidémonos ya de todas esas monsergas de la sociedad acerca de que si no eres libre, ¡no podrás ser feliz! ¡Sí se puede! ¿Cómo? Armonizando nuestras actividades. ¡Claro!… pero ello nos va a llevar a una actividad extra. A un trabajo, “incómodo”. A ceder parte de nuestra libertad en pos de la libertad de la persona con la que convivimos. Ah… y ahí estamos de nuevo con incompatibilidades. Porque si para ser feliz he de vivir cómodo, por favor, no molestarme mucho: Niño/a, eso tu Madre/Padre, que yo ya estoy hoy muy cansado/a, dejadme descansar algo.
La comodidad, tal como nos la pintan, en la actual sociedad, perdonen mi insistencia, es inalcanzable. Y lo es porque esa comodidad no es saludable. La inactividad, sinónimo de comodidad, a buen seguro nos arrastrará a situaciones en las cuales nuestro organismo se va a resentir. El ser humano ha sido moldeado durante millones de años, para desarrollar a diario una serie de actividades: caminar, buscar alimentos (los cuales sería oportuno conocer) construir refugios, defenderse de los depredadores y demás adversidades, climatológicas. Por ello la comodidad que hoy nos ofrecen, y a muy buen precio, resulta ser muy incómodo el poder conseguirla, dado que para ello habremos de soportar largas jornadas laborales, horarios intempestivos. Claro en llegando a casa, a nuestro entorno social, la convivencia con los nuestros, nos va a exigir un plus de actividad. Y eso ya no es cómodo. Por tanto conseguir la felicidad nos va a resultar muy difícil.
Solamente administrando minuciosamente nuestro tiempo, practicando algunas actividades físicas encaminadas a mantener nuestro organismo activo, capacitado, saludable, no olvidemos aquello de que: para acudir a cualquier centro hospitalario, (entiéndanme) habremos de tener una salud de hierro. Si a todo ello le vamos sumando una pérdida, inapelable con el paso de los años, de juventud… el mantener un estado de libertad y cierta comodidad nos va a costar un esfuerzo extra. La comodidad nos resultará cada vez más difícil de alcanzar, el trabajo y la dedicación en pos de ella, nos restará mucha libertad.
Por tanto la aceptación, de ciertos parámetros y consecuencias del día a día, el comedimiento y la convivencia con el resto de componentes humanos en nuestro entorno, el respeto para con ellos y la empatía en todas nuestras consideraciones habrá de ser el principal camino hacia una mejor, más saludable y feliz convivencia.