Cuando eres niño vas siempre con tus padres a todos sitios. Uno de los grandes recuerdos eran las repetidas visitas al Museo, con mi padre y su cámara de fotos y grabadora, donde siempre aguardaba un señor de habla fina, culta y elegante, que mostraba con orgullo a su “hijo predilecto”: El Efebo de Antequera.
Obviamente me refiero a don Manuel Cascales Ayala, la persona que más ha promocionado, conservado, defendido, difundido, mostrado… la Casa del Efebo y lo extraordinario de esta tierra. Nos estamos quedando sin la “Generación del Blanco y Negro”, aquella que a principios de la segunda mitad del siglo XX, protagonizaron el Renacimiento de la Ciudad Barroca que es Antequera. Y Manuel Cascales es uno de sus principales catedráticos.
El sábado por la mañana comprobamos lo que las nuevas tecnologías con las ediciones digitales, redes sociales y whatsapp pueden significar: la transmisión de la sentida muerte de don Manuel Cascales. Y nos preguntamos, ¿estos antequeranos de los años 60 y 70, cómo podían recorrer medio mundo para conseguir lo que fueron capaces de hacer sin móvil ni ordenador?
La respuesta la daba en cada conversación que tenías el privilegio de mantener con él. Hoy se habla mucho de ‘El Efebo de Antequera’, pero prácticamente todo lo que hay en el Museo, sigue permaneciendo en Antequera por sus gestiones. Desde las que hizo con las familias nobles que custodiaban nuestro patrimonio, hasta la de las iglesias, conventos y palacios que al cerrar, trasladarse o venirse abajo, pudieron terminar en un anticuario… pero no, Cascales consiguió que permanecieran en su tierra. Y ¿qué decir de los bienes de la Iglesia, de los templos? Ese acuerdo con el Obispado por el que se restauraban y se conservaban depositados en el Museo.
Su jubilación coincidió con el cierre de su Palacio de Nájera para la transformación que hoy disfrutamos. Tardó en llegar su reconocimiento, no se le vio en la reapertura en marzo de 2011. Quizá la política no fuera justa con él. 42 años de entrega por y para Antequera deberían ser peso suficiente para haberle ofrecido el homenaje que se merecía en vida.
Luego se le entregó un pergamino que le nombraba Director Honorario del Museo de la Ciudad. Ahora se piden bustos, placas, salas, calles… un recuerdo para que la Historia de Antequera atesore en su Museo, la figura que fue don Manuel Cascales Ayala, uno de los personajes más destacados de la segunda mitad del siglo XX, que consiguió renacer el Barroco de Antequera.
Su jubilación mostró el otro Cascales, el más humano, dejando el traje por la camisa de manga larga, sus paseos entre El Parque y la calle Infante don Fernando, con su constante participación con la Antequera de hoy, siempre activo en su Facebook (donde su último escrito fue referido al Efebo, ¡cómo no!) o sus mensajes por whatsapp, herramienta que frecuentaba y usó por última vez hasta el miércoles 8 de junio a las 13:01 horas.
Despedimos a un hombre que sin nacer aquí, fue adoptado por su amor a Antequera (donde naces no depende de ti, quizá donde mueres, sí; y Cascales optó por quedarse en Antequera). Peleó, trabajó, dejó su vida por su ciudad, siendo académico, ilustrísimo, una autoridad a la que como dice mi padre: “Nunca corresponderemos lo que hizo por ‘su’ museo, que se ganó la admiración y confianza de grandes familias antequeranas, de la Iglesia, para ir montando uno de los mejores museos españoles”.