jueves 12 septiembre 2024
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Matrícula de Honor en sinvergonzonería

De pequeño en las escuelas nos enseñaban que nadie cambiaba duros a cuatro pesetas. Así es y así ha sido. Los siete votos que entregaban los de Puigdemont para que Sánchez pudiera continuar en la Moncloa han tenido como pago el ridículo hecho al mundo desde lo que queda de España: que un prófugo de la justicia llegue, se hospede en su país (Cataluña), sea escoltado, se pasee, sea acompañado por el presidente del Parlamento, se le vaya abriendo paso, se suba a un estrado para realizar un discurso, se pronuncie, se empodere, termine y su abogado le diga: ¡vamos! A continuación, todo lo ocurrido, expuesto al mundo. ¿Quedó algo más? No, ya se había  mofado de la realidad de lo que queda de España luego de haber sido dinamitada hace ahora siete años.

No es el momento de hacer literatura ni prosa de lo que ocurrió, hay muchos periodistas de salón y otros muchos palmeros que se estarán regocijando como un cochino en un charco luego de la presencia de Puigdemont, su marcha y su nueva estancia en Waterloo. ¡Qué sigan escribiendo! La prensa pesebrista, subvencionada y de igual forma las televisiones engordadas bajo el manto protector de los gobiernos de Sánchez deben seguir comiendo y, al mismo tiempo,  vendiendo las políticas de los escudos sociales de los que tanto se jacta el Gobierno.

Nada de lo ocurrido debería haber llegado a producirse. Pero para ello hace falta una mano dura que todos llaman e identifican con el fascismo y otros con la dictadura. Las cosas tienen un nombre y el pasado jueves faltó lo que  en este país hace muchos años no se visibiliza: responsabilidad, honor, amor a la patria y sentido del deber. Si el jefe de los mossos, el conseller de interior y el ministro del homónimo ramo se vistieran por los pies tendrían que haber dimitido en el mismo momento en el que Puigdemont subió al estrado.

Se permitió montar un escenario, se contó con la connivencia de los Mossos, se sabía de la inanición del Conseller de Interior… Todo estaba escrito y todo estaba más que orquestado. Los periodistas de salón se atrevieron a decir en las televisiones que se estaba montando una operación jaula, que se habían abierto dispositivos y que se estaba movilizando a las fuerzas Cuerpos y Fuerzas de Seguridad… ¡Mejor no seguir!

Con la orden de detención del juez Llarena, es el momento para que el ministro del Interior dimita y el macarra de bolera número 1 del país, nuestro presidente,  Pedro Sánchez, haga una nueva carta dirigida al pueblo. No lo va a hacer. Debería de llevar por título:  Matrícula de Honor a la sinvergonzonería de un presidente. Él no lo va a hacer. Como tantas otras veces he dicho el espectáculo debe continuar.

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