sábado 23 noviembre 2024
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Me sorprende

Que se quiera seguir empujando un carnaval que ni convence ni cuaja. El carnaval va de dentro afuera. Nace en el interior para hacer una manifestación externa de lo que nos causa alegría, rabia, chanza, desconcierto, o simplemente un malestar más allá de la simple indignación. Cádiz es Arte en la escena y humor a raudales en todas sus letras por ofensivas que sean. Y Santa Cruz  lujo y fantasía. Y en ambos lugares, el tiempo, la prohibición o la política que nos gobierne, se dejan aparcadas unos días para vivir un sentimiento colectivo de identidad.    
 
En el  resto de España, notas sueltas, sin sostenidos, de una sinfonía que no ha encontrado dirección ni batuta. Una ciudad tiene todo lo quiera trabajar. Un claro ejemplo lo tenemos entre nosotros. Gustan las imágenes a rabiar, sobre todo en la calle, se engalanan, por mucho dolor que reflejen sus rostros, con belleza y pasión. Se vive casi todo el año pendiente de lo que lucirán en el próximo recorrido. Muchos cofrades, unos por promesa, costumbre, fe de sus mayores, agradecimiento y, también figurar. Quizá sean los menos pero los hay; no hay nada más que verlos en los guiones mirando con disimulo a diestra y siniestra por si alguien no ha reparado en su persona otorgándole el saludo correspondiente. En última escala, los amigos o conocidos de los figuras, que se entrometen con el traje de los domingos para tener su momento de gloria. 
 
Antequera trabaja su Semana Santa que se viste de fiesta y fervor, que también hay mucho. Sin embargo el carnaval no arraiga, aunque salgan a la calle disfraces de todos los gustos. Falta trabajo y apertura de carácter. Un intercambio de caretas con la que vivimos  a diario para quedar bien, no molestar a nadie, sostener la parcela justa de hipocresía que imponen las normas de convivencia. Y hacer caso omiso a ellas nos desplazan. Es decir, que talento hay, pero falta gracia y mucho temor a perder la compostura, aunque sea bajo un disfraz. 
 
Probablemente nunca lleguemos a trabajar por un carnaval con nombre propio. Pero estamos obligados a hacerlo por conseguir que dentro de dos años seamos Patrimonio de la Humanidad de verdad. Con carácter perpetuo. 
Más información edición digital www.elsoldeantequera.com y de papel.
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