Como quizá muchos de ustedes sabrán, las primeras heces de un recién nacido se llaman meconio. Son de un color verdoso oscuro característico y especialmente pegajosas. La composición del meconio es bastante lógica, contiene bilis, moco, células del tubo digestivo y líquido amniótico. Recordemos que el líquido amniótico es aquél en el que se encuentra flotando el feto mientras se desarrolla en el útero de su madre.
En condiciones normales un bebé tardará unos dos o tres días en expulsar todo el meconio que contiene su pequeño intestino. Pasada esta etapa el intestino empieza a producir heces continuamente tras la lógica ingestión de la leche materna, ya sea ésta natural o artificial. La materia fecal es más líquida si la lactancia es artificial, y por el contrario es algo más sólida si la lactancia es materna, pero en cualquier caso son heces amarillentas. Debemos recordar que la gran diferencia entre el meconio y las heces es que el meconio es estéril.
Uno de los problemas que pueden presentarse con el meconio es que se expulse antes de nacer dentro de la madre, contaminando de esta manera el líquido amniótico. Esta situación se puede complicar aún más si el feto aspira líquido amniótico contaminado con meconio hacia sus pulmones. De entrada la presencia de meconio en las heces es indicativo en parte de sufrimiento fetal. El meconio en los pulmones puede inflamarlos y producir una neumonía química, aunque puede acarrear complicaciones más serias como hipertensión pulmonar y neumotórax. Sea como fuere, en estos casos se recomienda una rápida aspiración tras el nacimiento y la valoración del caso por el médico pediatra. Para finalizar, felicito a aquellas personas que esta semana han celebrado su santo.
