El voluntariado de esta ciudad anda haciendo cábalas para ver de qué manera pueden llegar a minimizar los problemas que de forma acuciante afectan a un buen número de nuestros conciudadanos. Lo último es patear calles llamando de puerta en puerta, pidiendo un acto de generosidad que otros necesitan. Puede ser un poco humillante para quienes lo realizan, pero convencidos de que no encuentran otra vía, se lanzan a la tarea con ilusión y gratitud hacia todos los que les acogen y escuchan sus peticiones. Hay una simbiosis, una estrecha reciprocidad entre los que piden y los que dan. Y se está produciendo un fenómeno afectivo-caritativo de gran calado porque acerca los problemas a la intimidad de la gente y les implica de manera efectiva y sencilla. Contar las cosas como suceden, sin añadir ni quitar, es clave para obtener resultados, y sobre todo, es fundamental para hacer visible lo que ocurre a nuestro alrededor, que demasiadas veces se presume y casi nunca se sabe a ciencia cierta.
La última noticia, apenas dos días, es el problema que tiene un niño nicaragüense de poco más de un año. Le han operado de un cáncer de nariz, medio operado porque no pueden profundizar al encontrarse cerca de los ojos, y ha de ir a Carlos de Haya a recibir tratamiento de quimioterapia. Se le está gestionando el traslado en la ambulancia, ya que el autobús, aparte de carecer de medios económicos, no era conveniente por los traslados que tenían que hacer cada día que afectaba a la débil salud del paciente. Desde Antequera Acoge se está intentado canalizar un poco de ayuda a esa familia que no tiene nada, ni papeles.
Y mientras muchos nos esforzamos por unir nuestro trabajo para un bien común que nos supera, y que puede dar pequeños logros, algunos políticos se rompen demasiado la cabeza para encontrar motivos de separación y resquicios clasistas trasnochados.