sábado 23 noviembre 2024
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Mentir para decir verdades

Nunca había jugado al póquer. Jamás.

Surgió una partida y alguien me empujó a la mesa. Antes de que me diera cuenta, tenía una baraja en mi mano derecha y un vacío total en la izquierda.

Las apuestas las hacían otros. Las cartas permanecían ocultas. A mí me vendaron los ojos y los sentimientos. Sólo oí una orden a tres voces: ¡juega! Y comencé a barajar las posibilidades, las manos que tendría y que perdería, pues estaba claro que sin tener idea de aquello, pagaría cara mis buenas intenciones.

Las fichas sonaban como lamentos y locuciones recortadas un 20 por ciento.

Una voz me sopló al oído:»Imagina que pierdes la paga extra de Navidad después de 30 años trabajando, apuéstalo todo, tal vez haya suerte». Risotadas cortantes, mordaces, agresivas.

Las trampas y los timadores me rodeaban como si quisieran tragarme un tornado sin entrañas plagado de fraudes. Los espectadores rugían pagando cualquier precio por ver el desplome, la ruina, la bancarrota, la desolación.

Los números giraban en mi cabeza como una ruleta rusa: 18 por ciento, 10 por ciento, 21 por ciento. Las palabras también: recortes, injusticia, hundimiento, cuerda tensa, tretas, mentiras, subterfugios.

Un movimiento brusco hizo que la venda cayera de mis ojos. Aquella mesa de negociación o de juego, estaba amañada, desesperada.

Pude ver unas cartas ante mí, bocabajo. ¿Verdad? ¿Mentira? No me valió de nada aducir cansancio, explotación, abusos.

¿Pero dónde estoy? Quiero que me devuelvan mi vida, la normal, la de siempre, no me gusta jugar con las vidas ajenas, ¿cómo puedo hacerlo con una baraja marcada por los otros?

¡Juega!! Volví a oír, y jugué. Volteé las cartas. Tenía una escalera real, una flor imperial.

¡Gané!! Cuando parecía que todo se ponía en contra mía, incluso la oscuridad y la luz, ¡gané!

Entonces recordé una frase de T.H. Huxley: «Las consecuencias de nuestras acciones son espantajos para los cobardes y rayos de luz para los sabios».

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