La vida tiene giros inesperados. Uno fue el pasado martes. Esa mujer de mirada azul que limpia las escaleras acompañada de varias chicas de la empresa contratada para tal fin, es ágil y muy trabajadora, de vez en cuando baja los escalones de dos en dos, o sale de un ascensor en donde ha estado sacando brillo a los botones del tablero de mando, pero hay un momento en que desaparece por la puerta de la calle a fumarse un cigarrito. Lo hace con fruición, la he visto muchas veces, fuma se ajusta el peto y la camiseta naranja del uniforme y vuelve a entrar.
Se llama Sonia. Llegó a España concretamente a Málaga hace diez años, llegaba de las tierras altas europeas casada con un malagueño ella lo llama “el de Huelin” un hombre que había hecho un poco de dinero por aquellos lares y así ella,se topó en estas tierras calientes. Buscó trabajo por tierra, mar y airey lo encontró. Según me contó un día mientras lustraba la balaustrada, con ese hablar tan extraño aúnque es una mezcla de su idioma natal y el malagueño andaluz.
Era el segundo cigarrillo de la mañana.Ese día tocaba limpiar afondo escaleras y pasillosde planta. Se giró como queriendo hacer un enroque, perdió pie y consiguió sin proponérselo un jaque doble. Quedó tendida en la entrada de la vivienda con un tobillo fuera del tablero de juego.Pero Sonia se saca jugadas ganadoras de la manga. Ante la mirada asombrada de los que estábamos allí, se enrolló la bayeta en el tobillo, no consintió que nadie le ayudara a ponerse de pie, y como si nada, como la reina del tablero que es,cogió el bolso como si fuera su torre y dijo: Bueno me voy a que me echen un vistazoahí enfrente en la Mutua y vosotros terminar la tarea, nos vemos el Viernes. Jaque mate.