“Lucha por las cosas que te importan,
pero hazlo de una manera
que lleve a otros a unirse a ti” .
(Ruth BaderGinsburg)
El airelleno de humo no permitía respirar, el ahogo era una tortura, los pulmones se quemaban, ardían, las lágrimas arrasaba los ojos, caían por los rostros enrojecidos, algunos quemados. Las telas ardían, alguien se olvidó de vaciar los contenedores llenos de telas, de retales, de hilos y alguien apagó una colilla en ellas. Un descuido. Claro que las malas o buenas lenguas cuentan que ante las protestas de las trabajadoras, el dueño mandó prenderle fuego a la fábrica.Aquello fue un borbotón de dolor.
Llamas que lamían las puertas cerradas, cerradas porque esa era la práctica cerrar para que nadie saliera, cerrar para que nadie entrara a robar. Escaleras bloqueadas por terribles puertas de salida que no dejaban salir. Asfixia, quemaduras o impacto contundente o varias de estas lesiones mezcladas de cruel forma. Las ventanas de los pisos octavo, noveno, décimo estallaron en gritos de cristal y desesperación y las mujeres que cosían camisas en la fábrica de Triangle Shirtwaist en Nueva York saltaron al vacío, era la única salida. 129 mujeres y 23 hombres murieron aquel día. Hay imágenes llenas de hollín del suceso solo hay que atravesar las páginas de la historia para verlas. La mayoría inmigrantes cuyas edades oscilaban entre los 14 y los 24 años. Corría el año 1912.
Parece ser que las telas que en esos momentos estaban cosiendo, planchando, doblando, empaquetando las mujeres, eran de color violeta, morado, y que de ese color cuentanera el humo que se veía a kilómetros de distancia, no hubo fronteras para esa humareda de color morado. Al menos eso narran los que de leyendas saben. Fuera como fuere, este fue el principio. Este hecho tan cruel, dio el pistoletazo de salida a los derechos de la mujer trabajadora. El 8 de Marzo es de color es morado.