Hay temas que se me escapan, indago, reflexiono y trato de asimilarlos, pero se me quedan tan superficiales que no tardan mucho tiempo en alejarse. La igualdad a nivel de persona, no sólo no la tengo asumida, sino que la aplico con total objetividad a todo el colectivo. Nunca he aceptado que nadie por el hecho de ser persona quiera estar por encima de los demás. Pero a nivel de pareja, la cosa cambia, la edad y la educación recibida no creo que me perjudicaron, sencillamente me acomodaron en un rol donde no me encuentro nada mal. Ni machista, ni feminista, mujer entendiendo que si mi cuerpo es distinto al del hombre, mis ideas pueden serlo también, mi forma de concebir la familia, mi trato con los amigos, mis deseos, mis sentimientos.
¿Por qué tanto empeño en luchar por la igualdad? Yo quiero seguir siendo diferente, tener la sensibilidad de mujer y la fuerza para llevar mi vida con dignidad y empuje. Y los pesares obviarlos, en la manera que pueda, porque siempre van caminando a mi par, a veces mirándome de reojo por si doy un traspiés y trastabilló.
La Coordinadora de Mujeres del Ayuntamiento a la que he pertenecido muchos años, no me han podido cambiar, si acaso he retrocedido un poco en mi bien ganado grado de independencia marital. Los Reyes Magos de Oriente le han regalado a mi marido un coche, bueno, pequeño, caro, barato, utilitario o todoterreno, eso es opcional, pero nuevo con todas las prestaciones que una gama media puede ofrecer. Mientras que a servidora, un sistema de planchado, eso sí, con caldera, modelo y marca reconocidos, y plancha de profesional para que mi marido luzca los cuellos de las camisas impecables. O sea, que la igualdad se me escapó por la ventana y no dejé puerta alguna abierta por si precisaba volver.
Y hablando de Reyes, los de Juan Trujillo con Antequera ha sido de ensueño y generosidad. Esta ciudad tiene una gran deuda con él, se acerca febrero y un buen reconocimiento no estaría nada mal. ¡Eso sí que sería de justicia! Aunque mis peticiones nadie las ve, ni las oye, sólo se critican cuando no se adecuan, que es la mayoría de las veces.