En serio, y aunque parezca frívolo, no sé qué modelito enfundarme en el acto de clausura de la UMA, sección inglés.
Ya sé que es inusual en mí, no tomar la tuneladora y abrir brecha, en el tema político de moda es decir «El rescate». Pero creo conveniente, de vez en cuando, sólo por causas meganecesarias, pasar por el túnel de lo baladí, de lo superficial. Así que me convenzo a mí misma y me digo «como lo del rescate va para largo ya opinaré de ello en otro artículo».
Hay ocasiones que lo receta el médico, me refiero a lo de ser más intrascendente, aunque éste no es mi caso, pero si así lo fuera, siempre he sido rebelde a las pastillas, diagnósticos y otras causas dignas de respeto, pero que consciente o inconscientemente yo me he saltado a la torera. Y escuchen, esto lo digo yo, que tengo una hija estudiando medicina y entrando en quirófanos como Pedro por su casa.
«Se lleva el verde» pienso y tengo un vestido del tono de la temporada sin estrenar. ¡Menuda tentación! «Mamá es demasiado formal» y yo les hago caso a mis hijas.
Abro cajones y armario y busco. ¿De negro? «Demasiado serio, para la tarde» sentencian. Y si una estudia para doctora la otra es una reputada publicista aquí en Málaga, así que……
Está bien. No me doy por vencida. ¿Y el vestido japonés que me traje de Camden, England? «Demasiado colorista, demasiado asiático». Pues me hace delgada, replico, frunciendo el ceño. Y claro recibo un argumento de peso: «Mamá, tú no estás gorda»
Recurro a mi amiga y compañera Blanca. «Pues yo voy a ir como cualquier día», me dice. Y se queda tan tranquila. ¡Cómo un día cualquiera de clase!
¡Ya lo tengo! Una mezcla de la elegancia de Coco Chanel y otro tanto de mi personalidad.
Blanco y negro. Blusa blanca de seda y pantalón negro de raso, corte vaqueros. ¡No sin mis vaqueros!, es mi grito de guerra.
Bueno por fin he conseguido ser fiel a mí misma, que al fin y al cabo es lo que importa.
«Si tú no eres tú, ¿quién lo va a ser por ti?», diría H. D. Thoreau. Eso digo yo.
