Me alegra saber que Hillary Clinton ganó el debate al impresentable Trump. Por otro lado, Soraya Saénz de Santamaría tampoco está a la altura de Sigourney Weaver y que más quisiera yo que un monstruo de verdad viniera a verme llegara o no de la mano de Bayona.
Estoy más que harta de los monstruos de pacotilla. Sesenta y tres están hoy sentados en el banquillo, los monstruos chungos. Banqueros o lo que sean, a mí los títulos nunca me han impresionado, los que creen que con su poder de tarjetas Black son los amos del mundo.
En verdad me da una impotencia y rabia inmensa cuando veo a todos los perjudicados por estos desaprensivos. En otro orden de observaciones, no me gusta, me pone de los nervios un tema recurrente al comienzo de curso: deberes sí, deberes no. Yo he tenido padres que me exigían que llenara a sus hijos de tareas escolares sin necesitarlo los niños, llegándome a amenazar con ir “a la inspección” y otros progenitores a los que les indicaba y me ofrecía a personalizar un trabajo para sus chicos porque percibía en ellos problemas de diversas índoles, y me han dicho que no, que ellos no podía emplear tiempo en casa para ese seguimiento, es decir ocuparse de sus hijos que lo necesitaban. ¿…?
Cambiando de tema, mi objetivo prioritario para este otoño de calor y color es contagiar emociones positivas. Empiezo por contagiarme yo y luego sigo con mis hijas y mi marido. Llegan los compañeros de clase de la universidad, los amigos, los vecinos y hasta el frutero. El poder de la mente es muy fuerte.
