viernes 22 noviembre 2024
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Noviembre no es mes de chistes

Y por eso Susana Díaz ha querido romper la seriedad. Dice con voz casi compungida y ojos cabizbajos a punto de romper en sentidas lágrimas, que no ha recibido la citación para comparecer en el juicio por los cursos de formación. Toda España, menos ella, se ha enterado. Es posible que se haya mudado de domicilio, sin tiempo  de comunicar el cambio a su cartero.

 

Cabe pensar también que a lo mejor ha tenido que hacer una reparación urgente en su casa, alguna tubería puñetera, dejando un pequeño mar, en el vecino de abajo. Tal vez, un viaje familiar para ver una tía mayor que no se encuentra muy bien de salud y la quiere como a una hija. Seguro que tiene miles de razones para no comparecer, pero sólo una para aceptar, demostrarle a la ciudadanía española que ella no es parte del problema.

 

No acudir significa temer, y en estos momentos por los que atravesamos, seguro que no es conveniente.Hay ciertas actitudes en los políticos que nos andan despistando mucho, que consideran al electorado cada día más tonto por acudir a las urnas cada vez que les viene en gana. Y el remate lo ha puesto el Presidente sobre la fiscalía ¿A dónde nos aboca estas conductas?

 

Está ocurriendo que Vox ha dejado ser como dice la canción “gaviota en el mar para alzar el vuelo”. Y nos vamos a ver sorprendidos por un resultado que está muy lejos de ser el que el Gobierno imaginaba en la repetición electoral. Los indecisos no van bajando porque estén leyendo los programas de los distintos partidos, más bien por los inconvenientes que les están surgiendo al partido en el poder. Ahora bien, hay que esperar que se pongan de acuerdo y empiece este país a caminar a buen ritmo y que todo aquel que tenga que ver algo en la gobernabilidad, piense por una vez, y sin que sirva de precedente, en la gente, tantas personas que han depositado sus deseos en que la democracia funcione y encuentren sitio sus distintas visiones del modelo de sociedad.

 

La calle funciona hay respeto y armonía. No ocurre lo mismo en la clase política, demasiado sesgada en su propias ideas.

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