No paraba de pensar en el instituto, en los colegios, en las personas que tendrían que acudir allí dentro de pocos días, incluida ella. Seis horas de convivencia cerrada, de patios abarrotados, de escaleras que suben y bajan al ritmo de timbres de cambio de clases. No le encajan los adjetivos de la vuelta al cole: sostenible, segura abierta, comunitaria… Ya, si todos queremos que sea presencial.
“EquiposCovid de profesores” ¿qué será esto? Se pregunta, porque por mucho que Imbroda lo diga todo le suena a palabrería de titular vacío de contenido, pero respira, seguro que se enterará en la reunión del 1 de septiembre que por ahora es presencial. Por cierto ¿en qué se han invertido los 2.000 millones que Andalucía ha recibido para educación? ¿quién los tiene? ¿y a qué se espera?
Preguntas sin respuestas y reuniones telemáticas con los padres, algunos son profes además. Muchos se afanen en decir que todo está bien para la vuelta al cole y ponen pegatinas verdes con frases bonitas sobre un subrayador fosforito verde. Ha habido tiempo para crear un plan real se ha mirado para otro lado a ver si la pandemia se iba también de vacaciones. Habrá que volver la vista hacia la realidad y mirar la auténtica situación epidemiológica en un momento, ahora, hoy, en el que se triplican los casos.
Ella se pregunta si habrá dos turnos uno de mañana y otro de tarde con desinfección y ventilación en medio y de repente se detiene, ¡no se había acordado de las concentraciones de alumnos en los comedores!
Test, mascarillas, lavado de manos, geles, cuarentenas, adaptación de los espacios, clases telemáticas mixtas, flexibilización de horarios, contratos de nuevos profesores, 8.000 adicionales dice la Junta de Andalucía ¿será esto cierto?, aun así recopilación de datos insuficiente, muy vago todo. La COVID a sus anchas.