¿Santa Eufemia, nuestro Ayuntamiento, los nuevos distinguidos antequeranos? Sí, fue un gran 16 de septiembre. Yo me dije a mí mismo: otro gran 16 de septiembre. ¿Y por qué otro? Quizá porque “tocaba” decirlo, pero yo tenía motivos para compararlo con el del año pasado, el 2022, aquel gran día para mí, en el que recibí el galardón de Hijo Predilecto de la ciudad de Antequera. Debo confesar que el 16 de septiembre de este año 2023 me pareció más brillante, más grande que el “mío”, el del año pasado. ¿Por qué?
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En una corta entrevista para la televisión local, empleé el término perplejo. Sí, creo que es lo que corresponde a cómo me sentí el año pasado en la ceremonia: me sentí perplejo y casi no me acordaba de nada. Fue un acto lleno de perplejidad y de emociones. No me acuerdo de casi nada. Este año me dispuse a vivirlo intensamente, y subí a pie a la Colegiata, con mucho tiempo por delante, para vivir y sentir todo, minuto a minuto. Anduve por la calle Infante don Fernando y subí por cuesta de Zapateros y cuesta de San Judas, con un recuerdo para Kiti Manver, hasta las Almenillas, y plaza de la Colegiata. Allí me encontré con uno de los homenajeados, mi amigo Esteban Artacho, madrugador como yo; está claro que Esteban es mucho más que “boticario” de la farmacia de Bobadilla-Estación…
En mi deambular, pensativo, pude contemplar cómo aquella mañana soleada, pero algo brumosa, aparecía dominadora y, al mismo tiempo, entrañable, la Peña de los Enamorados. El paisaje era espectacular. Mis recuerdos, también. En mi largo paseo, no pude olvidar que se trataba del día de Santa Eufemia. Y, cuando estaba tomando algunas fotos, apareció Esteban. ¡Cuantos años hacía que no intercambiábamos ni una palabra! Esteban, siempre ocurrente, ameno y “dicharachero”. Acompañarlo en este gran día era uno de mis objetivos. Y lo logré con creces. La distinción que recibió Esteban estuvo más que merecida: se premiaba a alguien que, con su pasión por los coches antiguos, había dado a conocer Antequera en muchos lugares.
Compartí, antes del Acto, algún tiempo con dos amigos de Esteban de Bobadilla-Estación, que también vinieron a acompañarlo, y hablamos –claro– de la humanidad de aquellos viejos trenes, humanidad perdida en estos AVES de hoy. Hablamos de las viejas estaciones, y cómo no de Canfranc y del “canfranero”. Entre sus amigos de Bobadilla-Estación se encontraba el genuino personaje que había vivido siempre en la Estación, desde niño, y nos había atendido a Ángel Martínez y a mí en aquella visita que hicimos a la estación en marzo del 2019. ¡Qué recuerdos!
¿Cómo fue el Acto? Como he dicho al principio, me pareció más solemne y brillante que el del año pasado. Quizá porque yo estuve más dentro del mismo, y menos tenso, ya que esta vez asistí como invitado. Pude, de forma más relajada, saludar y acompañar algo al diplomático Juan Pablo García-Berdoy Cerezo, en su nombramiento de Hijo Predilecto. Saludé igualmente a la mujer de Esteban, brillante farmacéutica de nuestro hospital comarcal, y a mi querido amigo Ramón Jiménez. También lo hice con algunos de nuestros representantes de la política local, provincial y autonómica. Fui consciente –a diferencia de lo que viví el año 2022– de mis saludos al alcalde de nuestro pueblo, a su teniente de alcalde, Ana Cebrián, y a su concejala Sara Ríos. Y quiero dejar un comentario final, y muy sentido para la sorpresa del día: estuvo con nosotros Lourdes Cruces, a la que encontré muy bien. ¡Qué alegría me llevé al verla como siempre!