Verde esmeralda. Después de mi carrera matinal, empujada por el viento, lo cual no le quita mérito a mi esfuerzo, consulto la aplicación en el móvil, he perdido 369 calorías. Lo cual me lleva a la feliz conclusión de que he quemado el plato de patatas fritas que me comí ayer cenando en casa de unos amigos, los cuales se empeñaron en poner delante mi tentación favorita, las patatas fritas de cualquier género, raza, color o fritura. Respiro y abro el armario. Mientras corría, pensaba en las camisas blancas que tengo con vista al otoño y me ha entrado la fatal sospecha de que alguna no me quedaría bien aunque tenga un poco de elastán. Tras ducharme me las pruebo. Seis en total. Todas me quedan bien incluso una me la noto más holgada de la cuenta. Le miro la talla, 38, la mía de siempre ¿entonces? Tonta de mí no recordaba que este verano he perdido cerca de tres kilos. Mi amiga Mercedes de Motril me hace todos los días que me ve la misma pregunta, ¿cómo se pueden perder en verano tres kilos? Ella y yo sabemos la respuesta, pero como insiste se lo vuelvo a repetir: camina, deja el butacón, bebe menos cervecita y come memos fritos, los que sean. Ella asiente y suelta, ¡gimnasio! Eso es lo que necesito a partir del 15 de Septiembre me voy al gimnasio. Y así llevamos unos diez años.
Azul marino. Veo sobre mi cabeza una cometa. El viento en la playa invita a volarlas. Pero la cometa se acerca demasiado adonde estamos y temo que me caiga en la cabeza. Me incorporo. El crio dirige bien el asunto, el que no acierta ni una es el padre que se empeña en que nos caiga del cielo el bello artilugio amigo del viento con cola de lazos de colores. De ahí que rememore los colores del Pantón y los utilice desde ahora para marcar el tiempo en lo que escribo. Así que no se alarmen.
Mi amigo Juanma me invita a que me relaje y mire el atardecer. Como es un friki de las estrella comienza a darnos clase de astronomía. Ya sé, le digo la cometa no me importaría pero un día de éstos desde ahí arriba, señalo el cielo, nos va a caer un trozo de chatarra que nos va a dejar en el sitio y vamos a ver las estrellas sí o sí. Nos reímos todos y decidimos recoger las toallas. Hace humedad. Mañana será otro día
