Este tipo de parálisis es muy característica al afectar a los músculos de la cara. Realmente es una anomalía de uno de los dos nervios faciales, que son concretamente el séptimo par craneal. Se inflama por causas que no están muy claras, podría tratarse de una infección vírica o un enfriamiento brusco de la cara o una falta de riego o incluso una compresión del propio nervio.
De entrada, el individuo repentinamente pierde por completo el control sobre los músculos de un lado de la cara, lo cual le imposibilita para comer y beber, babea con facilidad debido al descolgamiento que sufre la cara y los labios. Tampoco se puede cerrar el ojo por lo que podría resecarse, además se pierde el sentido del gusto y la cara en la mitad afectada está falta de cualquier tipo de expresión. Esto ocurre porque cada nervio facial además de controlar los músculos de un lado de la cara, también transmite los impulsos nerviosos provenientes de las glándulas salivares y lagrimales, los músculos del oído medio (estribo) y las sensaciones del gusto. Es evidente que es un par de nervios complejos con numerosas funciones.
No existen pruebas específicas para la Parálisis de Bell, el diagnóstico parte de la sintomatología y se confirma con un TAC o una resonancia que descarta males mayores. Hay que tener muy claro que el correcto diagnóstico de esta patología es fundamental porque los síntomas que produce son muy parecidos a otras situaciones muy graves, como por ejemplo un tumor cerebral o un ictus. No existe un tratamiento específico, se pueden utilizar corticosteroides o incluso antivirales si el médico lo cree conveniente. Es recomendable la fisioterapia y la utilización de lágrimas artificiales para el ojo afectado. Normalmente estos pacientes se recuperan por completo, aunque pueden tardar varios meses en conseguirlo. En cualquier caso, recordemos que un año de aniversario podría estar lleno de gratificantes sorpresas que nos dejen paralizados.