Existen deportes a los cuales les han colgado el sambenito de clasicistas. A lomos de la bicicleta podremos encontrarnos con la más abundante variedad de practicantes. Si las grandes pruebas deportivas de ciclismo han sido catalogadas en más de una ocasión en que se pudieron observar desde el aire como «Serpiente Multicolor» ello fue siempre motivado por la variedad en el colorido de sus atuendos.
En lo referente a la práctica del ciclismo no sólo encontraremos variedad en el colorido de los atuendos o vestimenta al uso. En una sociedad que cada día, (por fortuna) va asumiendo la necesidad de ejercitar el cuerpo con el sano objetivo de encontrar una estabilidad, entre ingesta y gastos, de tal manera que no sean necesarias las severas y peligrosas dietas alimenticias para alcanzar el peso ideal que habrá de reportarnos salud y bienestar, por todo ello el pedaleo está sumando cada día nuevos adeptos.
Muchas son las personas que a menudo se acercan al ciclismo procedentes de todas las escalas y grupos sociales sin importar edad, sexo u otros condicionantes. Han oído hablar acerca de los beneficios que reporta el pedaleo, de los esfuerzos y de las compensaciones que el mismo les dejará.
Luego una vez han «probado» sentir cómo el cuerpo suda al quemar calorías con el esfuerzo, han notado en la piel la variedad en la propia temperatura ambiental dependiendo del horario y lugar por el que transitemos, esa inigualable sensación que nos deja el viento producido por el desplazamiento generado por nuestro propio esfuerzo. Han oído y recordado sonidos casi olvidados, tragados por el bullicio reinante en todos los espacios urbanizados. Han olido la variedad de fragancias que nos encontraremos en plena Naturaleza. Han disfrutado con las amplias y extensas vistas a las que podremos tener acceso con nuestro pedaleo… Sííí, después de todo ello sólo nos quedaría el gusto de poder saborear plácidamente un sabroso plato alpujarreño, a sabiendas de que no incidirá en los tan temidos números que habrá de cantar la báscula a la mañana siguiente.
Una vez han superado ese nivel de esfuerzo exigido por nuestras bicis para desplazarnos hasta lugares de ensueño, estas personas procedentes de cualquier nivel social; Banqueros, Funcionarios, Empresarios, Mecánicos, Médicos, Maestros, Técnicos, etc., el ciclista siempre volverá una y otra vez a su bici buscando esas sensaciones que tantas veces le cautivaron, siempre encontrará un hueco en nuestros atareados días para dedicarlo a uno de los deportes más completos y saludables.
Con esta filosofía aceptaba el pasado domingo día 12 una invitación que recibía de parte de un variopinto grupo de ciclistas que tenían como objetivo viajar en autocar hasta los aledaños del Albergue Universitario en Sierra Nevada, para desde allí iniciar el pedaleo ascendiendo hasta el Veleta y a través del Collado de la Carihuela, Paso de los Machos, Río Seco, Laguna de la Caldera, El Chorrillo, Balcón de Trevélez, Hoya del Portillo, Capileira, Bubión, Pampaneira donde finalizaríamos el recorrido refrescándonos en la fuente de Antonio de Chumpaneira para después y ya junto a las familias degustar como les mencionaba, un reconstituyente plato alpujarreño.