En estos días de canícula, las actividades competitivas de nuestro Club, dejan paso a otras más ociosas, a la espera de que, por el mes de septiembre se reanuden las competiciones provinciales y algunas regionales que nos restan para completar la temporada 2012.
Una de nuestras salidas de entrenamiento y recreo consistió en pedalear un recorrido nocturno. Para ello solemos escoger un día de Luna llena. El viernes de la semana pasada, comenzada ya la fase menguante pedaleábamos un trayecto de unos 30 kilómetros, con salida de Plaza de Castilla a las 22 horas y lo concluíamos a eso de las 1 de la madrugada sabatina.
El ser humano a lo largo de la su historia a sabido adaptarse al medio en que vive y desarrolla sus actividades. La sociedad del consumo, el ocio y la comodidad a la cual nos estamos viendo conducidos en los países denominados desarrollados, está coartando, casi coaccionando, las acciones y actividades de formación, desarrollo, y fortalecimiento del individuo en su hábitat.
En conversación que mantenía con un ciclista durante el recorrido salió el tema de la contaminación lumínica… ¡No me digas que la luz, también contamina! Me respondía esta persona. Pues sí. Y es uno de los graves problemas a los que se enfrentan los observadores astronómicos. Pero no es sólo la pérdida de percepción del Universo el gran problema de la contaminación lumínica. La degradación del cielo nocturno, patrimonio natural y cultural es sólo uno de los problemas. El despilfarro de energía, además de castigar el bolsillo de los consumidores degrada directamente el medio ambiente toda vez que la producción de la energía eléctrica se basa en gran parte en la quema de combustibles fósiles, que entre otros efectos negativos supone la emisión de dióxido de carbono (CO2) y su consecuente efecto en el cambio climático.
La comunidad científica está yendo aún más lejos. La luz puede alterar los niveles de la hormona melatonina, la cual interviene en procesos metabólicos. Artículos publicados en base a estudios efectuados en animales y personas que pasan un determinado número de horas expuestas a la luz artificial, indicarían un aumento de posibilidad de contraer cáncer de mama en las mujeres. Puede alterar también la expresión de los genes reloj, llamados así porque actúan como un reloj, nos ayudan a controlar cuando es de día y permanecer despiertos, alimentarnos, etcétera, y cuándo es noche, dormir y permanecer inactivos. Hallazgos hechos en este estudio mostrarían otra posible causa de la epidemia de obesidad en las naciones más industrializadas, donde la exposición a la luz artificial hasta avanzadas horas de la noche es habitual para bastante gente.
Por si fuera poco, una luz excesiva provoca la desaparición de determinadas especies, como las luciérnagas, además atrae plagas a las ciudades como mosquitos, altera el sueño en las personas que sufren una iluminación pública excesiva en su hogar, etcétera.
Pedalear o simplemente caminar en una noche de Luna llena donde la penumbra nos habrá de llevar al aumento de nuestra percepción sensorial del entorno y a una mejor capacidad motora de nuestros miembros, a la par habrá de ser también una buena medida preventiva, para mantener nuestro organismo ágil y presto para cualquier incidencia o apagón que pudiéramos sufrir. Acompáñense siempre por personal experto que sepa adentrarles en el manejo de la luminiscencia.