Mis hijas se ríen cuando digo que mientras me seco el pelo, pienso. La pregunta no se hace esperar ¿y no piensas luego, antes? Claro. Pero los buenos cuarenta minutos que dedico al arreglo de mi corta melena, me permiten entre ruido de viento de secador, un aislamiento agradable en el que “pienso”. La gama de pensamientos es variopinta. Pasa desde lo que voy a escribir a continuación, la comida del día siguiente o en la corrupción masiva de nuestros políticos y otros especímenes.
Hoy comentaba con una compañera de clase que es un encanto, que disfruto “pensando” de noche. Escribir dándome las dos o tres de la mañana es una pasada. El único handicap que traen estas horas de la madrugada es que mi mente se acelera y me acuesto organizando paisajes, vidas de personajes, fantasías o aventuras que pasean por mi mente mientras yo oigo el silencio de las estrellas que hacen su trabajo creativo llenas de luz.
Ahora bien, la inspiración por la que siempre me preguntan, acaba cediendo a un horario extraño de sueños despiertos. Hace tiempo que decidí que era estupendo escribir a las cuatro de la tarde o a las nueve de la mañana.
Deben saber, yo investigué al respecto, que en estos momentos un poco locos, la lucidez, la creación puede ser más brillante. La mente abstraída y el cuerpo relajado. Así, cuentan los sabios pensadores, el folio nunca estará en blanco.
Poca imaginación han tenido los que han hecho la página de transparencia de nuestros gobernantes. ¿Creerán que somos tontos? Va a ser eso y lo más grave es que no quieren enterarse. Pues por menos que eso han caído los que se creen poderosos.
Todos y todas sabemos que los robos se han amañado, maquillado? desde cualquier partido o frente, aún de aquellos que quieren transmitir que son puros. Luego, ¿recuerdan el refrán? “El que hace la ley hace la trampa” Pues eso.
