Nos dice la RAE. acerca de una persona prepotente, en su primera acepción, que lo es aquella que es más poderosa que otras, o muy poderosa. Hay un segundo significado el cual nos dice ser también prepotente, aquella persona que abusa de su poder o hace alarde de él.
Entre lo uno y lo otro, y es sólo mi parecer, caben muchas más connotaciones. Pero repito, personalmente… y espero nadie se dé por aludido, yo catalogaría como prepotencia potable, inocua e inofensiva, aquella empleada en hacer destacar nuestras capacidades, en base exclusivamente a nuestras aptitudes. Observando muy detenidamente cual pueda ser, nuestra actitud en el uso de la misma, la cual nunca deberá ir encaminada, como objetivo denigrante de otra persona. Por supuesto, el tono que empleemos en nuestra argumentación, va a ser concluyente a la hora de marcar la diferencia con respecto al segundo alcance mencionado. Será, en llegando a este estadio, en el que la prepotencia puede transformarse en algo muy pernicioso y negativo.
El águila no vuela solo porque tiene alas. Vuela, porque es libre. La paloma de un mago de chistera, no debería tener celos por la fortaleza y majestuosidad ostentada, en la prepotencia del vuelo de la rapaz. De la misma manera, en las personas podremos encontrar estas muy significativas diferencias. El águila, no emplea la libertad de su poderoso y ostensible vuelo para empequeñecer a la paloma privada de libertad, o a la posible presa a cobrar en la búsqueda del sustento propio o el de sus poyuelos. Lo hace con el exclusivo objetivo de alcanzar con éxito sus menesteres alimenticios.
La capacidad de las segundas y o malignas intenciones en nuestros actos, no está presente en los animales irracionales. No ocurre lo mismo en los seres humanos o racionales.Aquí, muy especialmente, podremos encontrar la diferencia… Lo que hace distinta a una persona que nos expone sus capacidades, sus actitudes, sus metas ya superadas, con ejemplos demostrativos para ilustrarnos y aseverar, lo que nos pueda estar ofertando, para alcanzar los logros que ella ya superó y que a nosotros se nos puedan estar resistiendo, todo ello, nos puede parecer prepotente y catalogarlo de ostentaciones en todo su proceder.¿Y como separar la paja del grano? Con los vientos del razonamiento y la observación.
Si en primera instancia, rebatimos todos esos procederes y argumentaciones, esta persona en cuestión, va a reaccionar con toda seguridad de dos posibles formas. En la primera, no cuestionando nuestros propios argumentos, seguirá en el pacífico debate, cambiando su proceder y entrando a otras formas y caminos para llevarnos al mismo objetivo, siempre desde un plano de la conversación no superior, o inferior si cabe, al propio nuestro. Exponiendo sus pareceres.
No imponiendo sus criterios.En el segundo y más nefasto término, la persona en sí, se nos situará en un plano del diálogo, muy superior al nuestro, dejando entrever muy a las claras, “su superioridad” en la materia tratada. Su nociva prepotencia, en muchos casos engendrados en casa de la envidia, acunados por la inseguridad de su propia personalidad, le habrá traicionado y se nos mostrará ya con imposiciones no argumentadas en sus reflexiones, y sin viso alguno de admitir fisura, ni rendija alguna, en sus consideraciones. Llegando incluso al cambio inoportuno y/o de enfado en el tono de sus propias exposiciones.
Será sin lugar a dudas, el mejor momento para terminar la conversación.